PADRE ANTONIO VAN GEFFEN
En un comienzo trabajaba junto con el padre Cristián Verheugd, que desempeñaba el puesto de superior. Después de un par de años el mismo se convirtió en párroco y nunca jamás hubo un superior u obispo que era capaz de cambiarlo para otro puesto. Nadie pudo quitarle la idea de que Yerbas era la parroquia suya y los habitantes eran su gente y él era su párroco y nadie más. Varios de sus cohermanos debían comprobar sensiblemente este hecho, los cuales, en los primeros años, lo acompañaban como vicarios cooperadores y no obtuvieron mucho espacio para trabajar con iniciativas propias. El padre se sentía personalmente responsable para la pastoral en este pueblo pequeño y el extenso campo perteneciente al territorio de su parroquia. Realmente le faltó la flexibilidad de delegar responsabilidades a otros. Para decir la verdad, no fueron sus cualidades el trato fácil, el trabajo en común y la complacencia por parte suya con sus colegas.
Por este motivo, posteriormente, siempre tuvo que trabajar en ausencia de colaboradores, y para decir la verdad, esto fue para él lo más cómodo y de este modo podía actuar de acuerdo con su propio criterio y con su estilo de personalidad. Sus feligreses, sin duda, no habrán tenido siempre un trato del todo fluyente por parte de él. Sin embargo, cuando entraba en años y se enfermaba, resultó que todos manifestaron un aprecio grande para él y, a veces, uno no puede librarse de la impresión de que lo veneraban como a un santo. También el obispo lo tenía gran respeto. Durante muchos años el Padre Antonio ha compartido la vida de la gente y se ha entregado para el bien de ellos. Ya no era el extranjero llegado de afuera, sino uno de ellos y no se podía imaginar la comunidad sin él. Incluso él era como una autoridad que mandaba. Fue significativo que el alcalde del lugar (Alfonso Astete), le ayudaba en la misa matutina como monaguillo. Era uno más del pueblo pues en los largos años había experimentado toda clase de cosas con esta gente: él conocía a cada uno, ya que casi todos fueron bautizados y casados por él y sus hijos, a su vez, fueron bautizados y participaron en su catequesis. Sin duda, muchos piensan en él y se emocionan, cuando se canta la canción “El Cura de mi Pueblo”.