LA ASCENSIÓN -REFLEXIÓN DE PADRE CORNELIO FOUCHIER
LA
ASCENSIÓN DEL SEÑOR II
“Los once apóstoles se fueron a Galilea, al monte
que Jesús les había indicado”
(Mt. 28)El Señor citó a los apóstoles a la montaña . Lucas dice: “Los sacó a Betania, donde los bendijo y se
despidió de ellos subiendo a los cielos, hasta que una nube se lo quitó
de la vista” (Lc. 24 y Hech 1). La montaña y la nube son 2 elementos
claves en el misterio de la ascensión del Señor al cielo. La montaña evoca el
monte Sinai donde Dios se aparece en gloria y poder y se percibe la nube de la
presencia de Dios ; evoca el monte de Elías donde Dios se manifiesta en fuego y
luego surge la pequeña nube del aguacero; evoca el monte donde Jesús fue
transfigurado y donde los discípulos tiemblan de temor cuando los envuelve la
nube y se escucha la voz del cielo. La transfiguración en el monte anuncia bien
lo que será la ascensión al cielo. Cristo es glorificado; su cuerpo es
exaltado, divinizado, impregnado de la divinidad, integrado en Dios: “sentado a la derecha de Dios” (Mc. 16 – Ef. 1 )es decir: hecho partícipe de
la dignidad y del poder de Dios.
La ascensión del Señor al
cielo nos invita al optimismo. “Dios,
rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos
muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo – por pura gracia han sido salvados ustedes – y nos resucitó con él, y nos hizo
sentar en los cielos con Cristo Jesús” (Ef. 2, 4-6).
Por el pecado original
sobrevino la muerte a la pobre humanidad. Como descendientes de Adán y Eva
todos llevamos la muerte en el cuerpo…Pero Dios mismo mandó a su Hijo en
nuestra carne humana como nuevo Adán, que ha de regenerar, restaurar a la
humanidad, y efectivamente ésta se
restauró y se vivificó, contra toda esperanza. La salvación de los seres
humanos empieza efectivamente a gestarse cuando el Hijo de Dios se encarnó, cuando fue concebido en el seno
de la Inmaculada Virgen María. Porque al asumir Dios mismo la humanidad, se
incrusta lo divino en todo lo humano, y
todos los seres humanos que no se cierran a su influencia e irradiación
que necesariamente es presente, prospectiva
y retroactiva, reciben bendición. Todos los seres humanos estamos en la
misma situación de pecado como “hijos de Adán”, intercomunicados unos con otros
en la misma desgracia ; pero todos también
unidos, intercomunicados en el nuevo Adán Cristo, llamados a la misma
suerte, la dicha de la salvación de Jesucristo, el Hombre-Dios.
La base fundamental de toda la salvación es la
encarnación del Hijo de Dios. “El que
confiesa que Jesucristo vino en carne mortal procede de Dios…y todo aquel que
no confiesa a Jesús así, no procede de Dios, sino más bien del anticristo”
(I Juan 4, 2).La Ascensión del Señor es la glorificación del cuerpo de Cristo,
es la aceptación de parte del Padre de la carne humana. Porque ya nadie puede
separar la humanidad de la divinidad de Cristo. El salió del Padre para llegar
a este mundo, y después de su crucifixión y muerte vuelve junto al Padre, y es
recibido por el Padre y los santos ángeles con júbilo. Y el Padre hace sentar a su “Campeón y Triunfador” a su
derecha, con toda majestad, gloria y poder, Señor de cielo y tierra, Rey de
reyes. Y esta glorificación del Hijo del hombre es nuestra victoria y
salvación. Porque estamos incluidos en Cristo, si es que no nos cerremos a su
presencia y con excluyamos libremente.
Cuando Jesús resucita
penetra todo el universo y llega también al “abismo” de donde recoge y rescata a los que están
esperando la salvación.
La glorificación del
Señor comienza en el momento mismo de la muerte de Jesús. El evangelio de Mateo menciona
apocalípticamente que los muertos resucitan y se aparecen. (Mt. 27, 52-53). El
Hijo vuelve junto al Padre. Pero recién “al tercer día” se nos mostrará. No
sabemos por qué. Tal vez sólo María su Madre lo haya podido captar.
Durante “40 días” el
Señor Resucitado se les aparece a los discípulos. De repente lo ven y se
desaparece. Se aparece en Galilea, se
aparece en el cenáculo de Jerusalén, se aparece en Betania.¿En qué forma aparece y en qué forma desaparece? Ante los discípulos de Emaús simplemente
desaparece. En la montaña de Galilea lo ven subirse hacia arriba igual que en
Betania cuando se despide
Hay que tener presente
que en esas apariciones el Señor se
presenta cada vez escondiendo su Gloria,
ocultándola bajo otra forma bien carnal: un joven de ropa blanca, jardinero,
peregrino, hombre junto al mar que busca pescado etc. Durante el tiempo pascual
hasta la Ascensión al cielo Jesús resucitado se les aparece a los discípulos.
Desde luego después de cada aparición Jesús vuelve junto al Padre. Al cabo de
este tiempo suficientemente largo de los
“40 días” el Señor quiere hacer entenderá sus amigos que ya no lo verán más y adaptándose a su
comprensión se eleva ostentativamente y va subiendo hacia arriba hasta que la
nube lo oculta a sus ojos, símbolo de la presencia divina.
Nuestra pobre carne
mortal no aguanta la gloria del Resucitado.”.
El Apóstol Juan, el íntimo amigo, en el Cap. 1, 17 del Apocalipsis al ver
al Señor resucitado cae por el suelo.”Al
ver esto caí a sus pies como muerto; pero Él, poniéndome encima su mano
derecha, me dijo…”. Y en su primera carta Cap. 3 vs.2 dice:”Sabemos que cuando aparezca, seremos
semejantes a Él porque lo veremos tal como Él es”. Sí, al ver la gloria del
Resucitado seremos impactados en tal forma que Él nos invadirá y nos transformará
en algo semejante a Él. Será el día del juicio universal y definitivo. Los del
purgatorio serán purificados -¡ay, qué dolor! Y los que están vivos serán
transformados, seguramente muchos
también con el gran dolor del purgatorio. Pero los que han creído y no se
cerraron a Cristo y la verdad serán glorificados, hechos semejantes al cuerpo
glorioso del Señor. Y los que se habrán cerrado a Cristo y la verdad se
volverán monstruosos, encogidos sobre sí mismos, deformes.
Pedro dice: “Él tiene que permanecer en el cielo hasta el tiempo de la restauración
universal” (Hechos 3, 21). Comparémoslo
con Col.3, 3: “Ustedes están
muertos y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste
Cristo que es vida de ustedes, entonces también ustedes aparecerán con él,
llenos de gloria”.
La Ascensión del Señor al
cielo nos desafía a creer en la Resurrección de la carne el último día y en la
presencia de Cristo en medio de nosotros
“hasta el fin del mundo” (Mt.
28, 20). “Si ustedes han sido resucitados
con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra
de Dios. Pongan su corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra” (Col.
3, 1).Y San Agustín añade: “Pues del
mismo modo que Él subió sin alejarse por ello de nosotros, así también nosotros
estamos ya con Él allí, aunque todavía no se haya realizado en nuestro cuerpo
lo que se nos promete”. La Ascensión del Señor al cielo nos invita a desear la meta de la gloria del
cielo junto a Cristo que reina en el cielo.
El Señor está junto a
nosotros, pero no lo vemos. Hemos de creer que está presente escondido en el
pobre, el niño, en la comunidad, en la jerarquía. Nuestra gloria futura
dependerá de nuestro comportamiento para
con el Cristo oculto. Lo que haremos o dejamos de hacer con el prójimo que nos
necesita, lo hacemos o dejamos de hacer por Él.
Oración:
Concédenos, Señor,
llenarnos de alegría al celebrar la gloriosa Ascensión de tu Hijo, y elevar a
Ti una cumplida acción de gracias, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra
victoria, y ya que Él es la cabeza de la Iglesia, haz que nosotros, que somos
su cuerpo, nos sintamos atraídos por una irresistible esperanza hacia donde Él
nos precedió. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. AMËN