EL DOMINGO 25 DE NOVIEMBRE FIESTA DE CRISTO REY EN LA MISA DE LA TARDE CELEBRAMOS EL ANIVERSARIO Y LA RENOVACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN.
LA CELEBRACIÓN ERA PARA VER COMO EL ESPÍRITU SANTO NOS HA CONVERTIDOS EN HOMBRES DE FE CAPACES DE DAR TESTIMONIO DELANTE DE NUESTROS HERMANOS.
Podemos decir que uno de los frutos principales de la experiencia carismática ha sido el redescubrimiento de la dimensión comunitaria y profética de la fe:
Jesús no sólo quiere salvarme a mí, sino que me llama a construir una comunidad de salvación y a dar testimonio de El. Esto ayuda a comprender cómo en el cristianismo ocurre algo análogo a lo que ocurre en Jesús: nacido del Espíritu, recibe la unción profética en el Jordán.
La fuerza del testimonio apostólico nace del Pentecostés: “recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros y seréis mis testigos” (Hch 1,8). Esta fuerza del Espíritu era pedida por la comunidad primitiva mediante la imposición de manos; así Pedro y Juan oran por los bautizados de Samaria: “Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo” (Hch 8,17). Como dijo Pablo VI, “esta imposición de las manos es justamente considerada en la tradición católica como el inicio del sacramento de la confirmación, que continúa en cierto modo en la Iglesia de Pentecostés” (15 agosto 1971).
Podemos decir, pues, que la iniciación en la comunidad cristiana tiene dos dimensiones: una más centrada en la salvación personal, que se expresa sacramentalmente en el bautismo, y otra más centrada en la dimensión comunitaria y profética, que se expresa sacramentalmente en la confirmación. En el bautismo recibimos el Espíritu Santo en cuanto perdón de los pecados y fuente de vida; en la confirmación recibimos el Espíritu Santo en cuanto espíritu profético y fuerza de testimonio.
Podemos decir, pues, que la iniciación en la comunidad cristiana tiene dos dimensiones: una más centrada en la salvación personal, que se expresa sacramentalmente en el bautismo, y otra más centrada en la dimensión comunitaria y profética, que se expresa sacramentalmente en la confirmación. En el bautismo recibimos el Espíritu Santo en cuanto perdón de los pecados y fuente de vida; en la confirmación recibimos el Espíritu Santo en cuanto espíritu profético y fuerza de testimonio.
DESPUÉS DE LA RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS BAUTISMALES Y DE LA PROFESIÓN DE FE EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD RENOVAMOS LA EUCARISTIA.
AL FINAL DE LA MISA LOS DISTINTOS GRUPOS DE LA PARROQUIA DIERON TESTIMONIO DE SU TRABAJO INVITANDO A LOS PRESENTES A INTEGRARSE A SUS ACTIVIDADES