APACIENTA MIS CORDEROS
Pero Jesús nos enseña aún más, porque nos vuelve a preguntar, ¿me amas?, entonces cuando nuestro corazón dice: Sí, te amo, entonces Él nos pide: pastorea mis ovejas. El Señor nunca se olvida, como nosotros no debemos olvidarnos de algo necesario, si estamos hablando entre quienes ya son ancianos en las cosas del Señor, cómo no nos vamos a dedicar también a pastorear a los que están creciendo en el Espíritu, y a los que hay que traerles la salvación porque estén buscando a Dios, que hagamos obra de evangelista, para que corra el Evangelio y se salven los más posibles.
Lógicamente el Señor pide que aquellos que se dediquen a la predicación y al pastoreo, primero sean Sacerdotes en la intimidad con Dios y estén dispuestos a tomar carga por sus amigos en Cristo y que a continuación enseñen a los que empiezan a ser hermanos dispuestos a amar a su Señor del mismo modo y también a los hermanos, porque solo así se puede comprender cuanto necesitamos los unos de los otros y fortalecer al pueblo de Dios.
Una vez ya hemos comprendido lo que es llevar nuestra propia cruz por amor de Jesucristo y sobrellevamos los unos las cargas de los otros por amor a los hermanos que ya están edificados como templos del Dios Vivo, nos falta el último paso, el de mayor carga: Jesucristo nos pregunta la tercera vez, ¿me amas?, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo, mi Señor, ¿qué debo hacer para que veas que te amo?; Apacienta mis ovejas.
Las ovejas son pastoreadas, los corderos apacentados, pero nótese que no se nos pide pastorear a los corderos. Entiéndase que espiritualmente se comienza como oveja, se sigue a un pastor para crecer y llegar a ser cordero que intercede por los demás, que se sacrifica a Dios cada día en sacerdocio santo, agradable a Dios en su intimidad con Dios, en el yugo de Cristo.
Amados hermanos, debemos darnos cuenta que los que aún son ovejas, tienen la mayor debilidad espiritual, son los que más fácilmente tropiezan, pero no nos debe importar, también los ancianos fallan, porque cuando yo era oveja me acuerdo que me faltaba mucho por aprender (y aún nos falta a todos y el que no lo admita se ensoberbece) y era carga para mis pastores, y fallaba, y me revelaba, etc, hasta que Cristo fue formado en mi. ¡Cuánto dolor de cabeza les fui a ellos! Por esto es necesario que liberemos de sus cargas a los que empiezan, que ya vemos que son Cuerpo de Cristo, para que no dejemos solo a Jesús llevando la carga de la Iglesia, que es su Cuerpo, sino que nosotros llevemos también esa carga con Él, que tomemos Su yugo, que tomemos nuestra cruz, pues en esto tenemos mandamiento, y es mandamiento de amarnos unos a otros, y a Dios, este es el principal y más importante mandamiento.
Ofreciendo nuestra alma a Dios por aquellos hermanos más pequeños que quieren crecer en el Espíritu, veremos como resultado un crecimiento en el Cuerpo de Cristo. La coyuntura del amor de Dios así no fallará. Este es el camino estrecho por el que hay que caminar, pero hermanos no teman, Él estará con nosotros al otro lado del yugo, porque así se llama Él: El Que Es contigo, y Dios con nosotros.