Padre
Martín Tulen *1911 +1977.
Martín Tulen, nacido el 17 de septiembre de 1911
en un pueblo del norte de Holanda era dos años mayor que su hermano, el P.
Cornelio. Ambos comenzaron juntos sus estudios en el seminario menor, juntos
hicieron su noviciado, juntos emitieron sus votos religiosos y fueron ordenados
sacerdotes al mismo día, los dos partieron juntos a Chile el 21 de febrero de
1946, pero en los 26 años que pasaron en Chile, nunca estuvieron juntos
viviendo o trabajando en la misma parroquia. El Padre Martín, ordenado
sacerdote el 23 de julio de 1939, fue nombrado para Chile, pero por causa de la
guerra tuvo que esperar hasta el año 1946 para concretar su viaje. Mientras
tanto se desempeñó como auxiliar de biblioteca de la casa de estudios de
Oudenbosch y en el servicio pastoral en pueblos en sus alrededores y dictando
cursillos de espiritualidad, lo que
hacía con entusiasmo y con buenos resultados.
En los primeros años de su estadía en Chile
laboró en diferentes parroquias, sobre todo en Colbún, su primer puesto, donde
con el tiempo se hizo párroco.
En Coquimbo el P.
Martín dedicó mucho tiempo en hacer
actuar de teatro a la juventud. Sobre todo, en períodos cuando se necesitaban
fondos para trabajos en reparación de la templo y la escuela. El organizaba una
especie de fiestas culturales con recitación de poemas, canto, danza y teatro.
Estos eventos mensuales atrajeron a muchos asistentes. Más adelante en
Santiago, cuando el P. Mateo Voermans, de repente y a corto plazo, tenía que armar una obra de
teatro para una reunión festiva de la comunidad de religiosos neerlandeses, al
P. Martin le tocaba interpretar los papeles principales. Lo hacía en forma
genial.
Siempre tenía mucha comprensión con la gente
necesitada y hacía todo posible para derrotar la miseria donde podía. Para
combatir las necesidades materiales de la gente, llegó a fundar en Santiago cooperativas
tanto en la parroquia del Buen Consejo como en la de Santa Rosa de Lima y daba
charlas a los socios de ellas sobre el sistema cooperativo. La intención
principal fue siempre: enseñar a la gente el buen uso de sus recursos por medio
del ahorro. Se entregó por completo a lo que él consideró su tarea de misionero
de llevar a la práctica el Evangelio. Al mismo tiempo Martín convirtió las
cooperativas en una especie de locales comerciales. Él compraba por mayor,
zapatos, ollas, frazadas y muchos otros productos para el uso de la familia.
Por el hecho de que no quería tener ganancias y al mismo tiempo lograba obtener
descuentos considerables, estas mercaderías se convirtieron en verdaderas “gangas” para el hombre común. Por
otra parte, sabía levantar la voz en alto cuando creía que no lo trataran con
justicia o cuando tenía que enfrentar la incomprensión de alguna gente. Aunque mantenía
siempre “bien controlados” los socios dentro de las diferentes comisiones de la
administración, ellos lo estimaron mucho debido a su dedicación total al
trabajo, sin reservarse nada para sí mismo. Para estimular a los miembros
directivos proceder siempre con gran responsabilidad, los acompañaba durante
muchos años con una precisión casi extrema de administración empresarial.
En diciembre del año 1972 sufrió un ataque
cardíaco serio que produjo el fin de su trabajo. Cuando se sintió algo
recuperado trató de reiniciar su labor, pero esto resultó imposible a pesar de
su voluntad dispuesta. Fueron necesarios consejos de otros para convencerlo que
convenía viajar a su patria para recuperar su salud. Resultó que al poco tiempo
quedó evidente que su regreso fuera definitivo. Le costó resignarse pero no lo
quebró. Sus últimos años los pasó con tranquilidad y con paz interior en la
casa de ancianos, que anteriormente había sido el seminario de su juventud.
Siempre quedaba lleno de interés para su entorno, su Iglesia y, sobre todo, su
querido Chile. Su
partida hacia la Casa del Padre fue el día 6 de mayo de 1977 y su tumba queda
en el cementerio de su primera casa de estudios, Kaatsheuvel en Holanda. (Fuente:
archivos de Chile y de Holanda. Trad.
Gaspar)
El Padre Martín Tulen era dos años mayor que su hermano, el
P. Cornelio. Los dos comenzaron juntos sus estudios en el seminario, juntos
hicieron su noviciado, juntos emitieron sus votos religiosos y fueron ordenados
sacerdotes el mismo día. Los dos llegaron juntos a Chile, pero en los 26 años
que pasaron en Chile, nunca estuvieron juntos viviendo o
trabajando en la misma parroquia.
Martín dedicó mucho tiempo al hacer actuar de teatro a la
juventud de Coquimbo. Sobre todo, en períodos cuando se necesitaban fondos para
trabajos en reparación de la Iglesia y escuela. El organizaba una especie de
fiestas culturales con recitación de poemas, canto, danza y teatro. Estos
eventos mensuales atrajeron a muchos asistentes. Más adelante en Santiago,
cuando el P. Mateo Voermans otra vez, rápidamente, tenía que armar una obra de
teatro para una reunión festiva de la comunidad de religiosos neerlandeses, al
P. Martin le tocaba interpretar los papeles principales. Lo hacía en forma
genial.
Siempre tenía mucha comprensión con la gente necesitada e
hizo todo posible para derrotar la miseria donde podía. Por otra parte, sabía
levantar la voz en alto cuando creía que no lo trataran con justicia o cuando
tenía que enfrentar la incomprensión.
Para combatir las necesidades materiales de la gente, llegó
a fundar cooperativas tanto en la parroquia del Buen Consejo como en la de
Santa Rosa de Lima y daba muchas charlas a los socios de ellas sobre el sistema
cooperativo. La intención principal fue siempre enseñar a la gente el ahorro de
sus recursos. Al mismo tiempo Martín convirtió las cooperativas en una especie
de locales comerciales. Él compraba por mayor, zapatos, ollas, frazadas y
muchos otros productos para el uso de la familia. Por el hecho que no quería
tener ganancias y consiguió al mismo tiempo grandes descuentos, se convirtieron
en verdaderas “gangas” para el hombre común.
Aunque tuvo “bien controlados” los socios y la gente dentro
de las diferentes comisiones de la administración, ellos lo estimaron mucho
debido a su dedicación total al trabajo, sin reservarse nada para sí mismo.
Para darles a los miembros directivos una conciencia grande de responsabilidad
les acompañaba durante muchos años con una precisión casi extrema de
administración empresarial. (trad. Gaspar)