PADRE ENRIQUE BENTVELZEN
Enrique
nació el 12 de diciembre de 1918 en un
pueblo llamado Monster, Holanda, hizo sus votos en nuestra Congregación
de la Sagrada Familia y se ordenó sacerdote el 30 de julio de 1944. El primer
tiempo después de su ordenación le resultó algo caótico, ya que después de la
celebración de su- Primera Misa en su pueblo en el Norte del país a causa de
los acontecimientos de la guerra le fue imposible retornar al Sur, donde se
ubicaba la casa de su comunidad religiosa. Por lo tanto pasó la época
denominada “El Invierno del Hambre” en su pueblo natal. Fue nombrado para
Chile, pero su partida hacia le Misión demoró un buen tiempo, de modo que tuvo
una buena oportunidad de dedicarse a una buena preparación para su trabajo en
Chile.
Por fin, pudo partir el 19 de marzo de 1947 para empezar justo su vida de misionero. No faltaban tareas, puesto que el pequeño número de misioneros, que había empezado la Misión antes de la guerra, durante todo este período no había recibido ningún refuerzo de afuera. Recién en estos años de postguerra el trabajo pastoral pudo ser llevado a un buen desarrollo gracias a la llegada de nuevos compañeros. De ahora en adelante la vida del padre Enrique estuvo unida estrechamente con la Misión en Chile, en la cual el mismo, a su vez, imprimió claramente su sello.
Por fin, pudo partir el 19 de marzo de 1947 para empezar justo su vida de misionero. No faltaban tareas, puesto que el pequeño número de misioneros, que había empezado la Misión antes de la guerra, durante todo este período no había recibido ningún refuerzo de afuera. Recién en estos años de postguerra el trabajo pastoral pudo ser llevado a un buen desarrollo gracias a la llegada de nuevos compañeros. De ahora en adelante la vida del padre Enrique estuvo unida estrechamente con la Misión en Chile, en la cual el mismo, a su vez, imprimió claramente su sello.
El
Padre Enrique comenzó su tarea pastoral en la parroquia de Santa Rosa de Lima, que se ubica en un barrio
popular de Santiago, donde vivía mucha gente pobre. Él les predicaba le Buena
Nueva con el objetivo, que siempre le motivaba, de crear felicidad para
ellos.
Para decir la verdad el padre no fue un hombre de una vida eclesial estrictamente ordenada de acuerdo a las rúbricas vigentes y tampoco fue su ideal el de procurar que las personas en forma masiva y en un número lo más grande posible irían a cumplir obligaciones religiosas. Para él el Evangelio, en primer lugar, configuraba un mensaje alegre, sobre todo en el sentido de que la prioridad en su actividad pastoral siempre consistiera en tender la mano al hermano necesitado, darle ánimo e inspirarlo para vivir con alegría. Su gran fuerza estaba puesta en su contacto personal con la gente. Era sensible para los asuntos, por la cuales la gente se preocupaba. Era capaz de escuchar por tiempo ilimitado y con una paciencia interminable con la gente, para ir en busca de alguna luz en la oscuridad. De esta manera pudo significar mucho para gran número de personas, incluso, y no menos, para sus cohermanos de la congregación.
Fueron ellos que supieron reconocer y apreciarlo como un hombre sereno con un corazón grande. Esto se nota por el hecho de que, después de un par de años, lo eligieron como asistente del superior regional y en el año 1957 para la función de aquel. Incluso fue reelegido en el año 1965, para permanecer a continuación como asistente de su sucesor.
Para decir la verdad el padre no fue un hombre de una vida eclesial estrictamente ordenada de acuerdo a las rúbricas vigentes y tampoco fue su ideal el de procurar que las personas en forma masiva y en un número lo más grande posible irían a cumplir obligaciones religiosas. Para él el Evangelio, en primer lugar, configuraba un mensaje alegre, sobre todo en el sentido de que la prioridad en su actividad pastoral siempre consistiera en tender la mano al hermano necesitado, darle ánimo e inspirarlo para vivir con alegría. Su gran fuerza estaba puesta en su contacto personal con la gente. Era sensible para los asuntos, por la cuales la gente se preocupaba. Era capaz de escuchar por tiempo ilimitado y con una paciencia interminable con la gente, para ir en busca de alguna luz en la oscuridad. De esta manera pudo significar mucho para gran número de personas, incluso, y no menos, para sus cohermanos de la congregación.
Fueron ellos que supieron reconocer y apreciarlo como un hombre sereno con un corazón grande. Esto se nota por el hecho de que, después de un par de años, lo eligieron como asistente del superior regional y en el año 1957 para la función de aquel. Incluso fue reelegido en el año 1965, para permanecer a continuación como asistente de su sucesor.
La
casa central de Santiago bajo su gestión
se convirtió en una verdadera casa central, a donde se iba con gusto y
donde el mismo supo crear un ambiente agradable gracias a su genio apacible, y
de buen humor.
También,
siendo superior fue fundador de “La Puerta Abierta”, donde, posteriormente, él
mismo siempre estaba “listo para servir” a la gente necesitada que en Chile
nunca falta. Realmente tuvo una opción preferencial por los pobres, y su vida
consistía en ayudarlos.
Su
último viaje fue hacia Holanda donde arribó el 21 de mayo del año 1981. No se
quejaba de su salud, aunque había experimentado ya algunos síntomas
inquietantes. (Incluso el año anterior había sido hospitalizado en Chile) Pues
era un optimista que entendía el arte de
dar ánimo no solo a otros, sino también a sí mismo. Afortunadamente no
estaba consciente de la gravedad de su estado de salud. Después de una semana
de estadía junto con su familia, llegó el momento que tuvo que ser
hospitalizado con urgencia a causa de un desangramiento que en pocos días
produjo su fallecimiento.
El
Padre Enrique, al final, fue sepultado lejos de su gente a quienes había
dedicado su vida y su afecto, pero permanece muy cerca en el corazón de muchísima gente y no menos en el de sus
cohermanos, para quienes en todo momento había sido un consejero con buen
criterio. Quizás no ha realizado cosas espectaculares, pero, sin duda su vida
ha sido de gran influencia en la vida de muchos para pasar haciendo el bien,
como lo hizo su Maestro y como lo hizo él.
Fuente: archivos
de Holanda. Trad. Gaspar)
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