viernes, mayo 18, 2018

Padre Antonio Cremers. * 17- 01-1924. + 07- 06-1983


 


Padre Antonio Cremers. * 17- 01-1924.  + 07- 06-1983







Antonio nació en un pequeño pueblo del sur de Holanda, provincia de Limburgo, hijo de una familia obrera. Recorrió la escuela básica además una escuela de formación de agricultor. Trabajó un par de años de junior. A la edad de 18 años, en plena Guerra Mundial, año 1942, se decidió a entrar en el seminario menor MSF de Kaatsheuvel. Hizo profesión religiosa el 8 de septiembre de 1949 y se ordenó sacerdote el día 25 de julio del año1954. Un año después, una vez terminados sus estudios, partió de su patria como misionero a Chile.

Su vida de misionero no estuvo marcada por acciones extraordinarios. No se desempeñaba en actos llamativos. Nunca renunció a su  procedencia del ambiente sencillo y de fuerte religiosidad del pueblo de su infancia. Se sentía cómodo en una situación marcada por claridad y seguridad en un lugar donde cada cosa tenía su lugar propio y donde reglas claras eran respetadas, donde existían protocolos claros con que había que cumplir para mantener buenas relaciones  con la gente y con el Señor. No era una persona con inquietudes revolucionarias, sino se adaptaba fácilmente a la situación y no cuestionaba lo que estaba pasando en el ambiente de fuertes cambios de la política y de La Iglesia que le tocó vivir. 

De esta manera trabajó en diferentes parroquias de Chile. Primero en Yerbas Buenas. Más tarde en Antofagasta y a continuación en la Parroquia de Santa Rosa de Lima, Quinta Normal. Finalmente asumió el puesto de capellán del Hospital de La Universidad Católica. Con esto no se aisló  de la Congregación. Al contrario: siempre disfrutaba de las reuniones de la comunidad y contaba con el aprecio y simpatía de ellos siendo un buen compañero.
En el año 1982 notó los primeros síntomas de una enfermedad grave. En el mes de enero del año siguiente se presentó donde un médico, amigo suyo. Esto lo sometió a un tratamiento de quimioterapia,  y  le recomendó viajar a su patria para pasar la etapa del invierno chileno a cambio de un verano holandés. De esta manera Antonio llegó a Holanda soñando de disfrutar de un verano soleado, una estadía feliz con su familia y aún con la confianza de que los médicos pudieron sanarlo. Sin embargo, a los pocos días tuvieron que informarle de que ya no se podía hacer nada. Antonio no pudo creerlo.  El proceso se aceleró y con una rapidez que nadie esperaba, el día 7 de junio del mismo año llegó para el padre Antonio el día de su partida hacia La Casa del Padre.                                                                                                                 
                                            
Esto significó también el abrupto fin del período que, sin duda, le produjo mayor felicidad  en su vida misionera, cuando era capellán del hospital de la Universidad Católica, donde siempre  con mucha dedicación se desempeñaba en el cuidado pastoral de pacientes y personal médico. Con esto se sentía realizado. Todos lo apreciaban como un BUEN PASTOR, cordial, alegre y sencillo,  que con gran fidelidad visitaba a su gente.                            (Fuente: Archivos de Holanda. Trad. Gaspar)