UNA PUERTA ABIERTA
Una Puerta Abierta
El
Padre Juan escribe sobre “La Puerta Abierta”.
Siempre hubo varios entre
nosotros que se dejaban inspirar por un proyecto pastoral llevado a cabo en la
ciudad de Ámsterdam, de nombre “De Open Deur” (La Puerta Abierta) que pretendía
tomar forma de un centro de orientación e información religiosa. Con el fin de establecer un centro del mismo
tipo en Santiago, la región chilena arrendó en el año 1961 un local comercial
en la calle Rosas 1243 ubicado en el centro de Santiago para iniciar, de esta
manera, un nuevo proyecto pastoral con el nombre de “La Puerta Abierta”, igual
que su homónimo en Holanda. Por intermedio del arzobispo de Santiago, el
Cardenal Silva Henríquez, en el año 1963 fue adquirido otro local y la Puerta
Abierta se trasladó a la calle Santo Domingo 1150.
La Puerta Abierta de
Ámsterdam, sobre todo en sus primeros años, se dirigía, en gran parte, a personas
no-católicas, a-religiosas o sin vínculo con iglesia alguna, lo que produjo un
número considerable de conversiones hacia la Iglesia Católica. Este objetivo,
obviamente, debía ser distinto en Chile, donde 80 o 90 % de los habitantes se
declaran oficialmente católicos. (1978)
En Chile un gran número de
católicos solo tiene un vínculo muy débil con la Iglesia, son personas que
nunca tienen contacto con una parroquia o con algún sacerdote, solamente lo
tienen con ocasión de la celebración de un bautismo, primera comunión,
casamiento y funeral y llevan su vida con una fe vacilante.
El número de gente que siente esto como frustración seria es mayor que sabemos y afecta negativamente su calidad de vida.
El número de gente que siente esto como frustración seria es mayor que sabemos y afecta negativamente su calidad de vida.
Otros se sienten
marginados de la Iglesia oficial a causa de problemas personales o por el curso que ha tomado su vida. Viven
inquietos por sus dudas de creencia, dificultades en su vida matrimonial,
tendencia escrupulosa, homosexualidad o problemas de otra naturaleza. A estas
personas no les sirven mucho las directivas generales de la Iglesia, sino ellos
necesitan un acompañamiento personal, pues la pastoral parroquial habitual que
atiende a grandes números de feligreses no está en condiciones de atenderlos
adecuadamente.
También hay personas que
se dirigen a La Puerta Abierta por problemas que no están relacionados
directamente con el terreno de la pastoral o que necesitan un tratamiento
especializado. En tal caso La Puerta Abierta indica el camino hacia personas o
instancias que podrán brindar soluciones.
La
Puerta Abierta funciona en un local comercial que está ubicado en una calle
céntrico de Santiago. Por medio del escaparate o vitrina se trata de atraer la
atención por parte de los transeúntes. En relación con algún tema de actualidad
(invierno, primavera, navidad, Pascua de Resurrección, vacaciones, campeonatos
deportivos, Fiesta Nacional, familia, nacimiento, etcétera) se presenta un
mensaje religioso, que pretende llamar la atención a los transeúntes sobre
algún valor cristiana para la vida y al mismo tiempo informarles sobre la
función de La Puerta Abierta, cuyos servicios podrán solicitar ellos
también. En vez de zapatos, relojes o
ropa esta vitrina llama a tomar nota de valores fundamentales de la existencia
humana. El armado sencillo pero
competente de la vitrina da lugar a que también gente común entre a La Puerta
Abierta con confianza para dar a conocer y compartir sus preguntas y
problemas.
Fueron los padres Mateo
Voermans y el Padre Enrique Bentvelzen que tomaron la iniciativa, lo
planificaron y lo llevaron a realidad.
El primero fue capellán del hospital de la Universidad Católica y
dictaba clases de cultura religiosa y eclesiástica en la Facultad de
Arquitectura y Bellas Artes. El segundo era superior regional de la congregación. Realmente fue una empresa enorme: debían ser
retiradas personas y dineros de otras obras, no se sabía si iba a resultar, ó
si iba a producir críticas a aplausos. Realmente fue una forma de apostolado
totalmente nueva. ¿Iba a ser reconocida por el hombre inquieto y buscador?
Los padres Mateo Voermans
y Leonardo Pennings fueron “los obreros de primera hora “. A ellos les tocó vivir la suerte de todo
comienzo nuevo. Se necesitaba mucha paciencia:
la obra, primero, debía recibir
alguna notoriedad. Los padres eran como arañas sentadas sobre su telaraña
esperando a sus “clientes”. Mucha gente entraba al local para preguntar, si se
tratara de un negocio de artículos religiosos. Otros se fijaron por un par de
minutos con interés en lo que exhibía la vitrina y siguieron sus caminos.
Algunos pasaban primero tres o cuatro veces por delante de la puerta antes de
atreverse a entrar.
En los primeros años los
padres de La Puerta Abierta seguían viviendo en la Comunidad de Sagrada
Familia. Pasaban días en que no vino nadie al local y los padres llegaban algo
deprimidos a casa. También había días en que acudió una gran cantidad de gente,
y ambos padres pudieron terminar con satisfacción la tarea del día. El número
de visitantes creció lentamente: en el año 1966 se sumaron 1009, en el año
1968: 1763, y el año pasado (1977) más de dos mil. En este momento (1978) hay
un promedio de 10 visitas de alguna duración por día.
Desde el año 1965, cuando
había terminado su misión de superior regional, el Padre Enrique Bentvelzen
dirige La Puerta Abierta y a partir de año 1968
está acompañado en su trabajo por el Padre Juan Hollak.
Para un sinnúmero de casos
La Puerta Abierta necesita la ayuda sicológica y en el curso de los años era
cada vez más conveniente de poder disponer de un psicólogo
Para su realización como
proyecto y para poder cumplir con su misión, La Puerta Abierta ha recibido
ayuda de muchas instancias y de distintas partes. La provincia holandesa de la
Congregación financió la compra y el arreglo de la casa. Durante muchos años
los Hermanos de Maastricht ayudaron con un aporte mensual. Al mismo tiempo
pusieron a disposición del centro a uno de sus miembros entre los años 1965 y 1970:
el hermano Francisco Dijsselbloem formaba parte del equipo de la Puerta
Abierta. A pesar de las muchas tareas de su propia comunidad y colegio, es la
hermana Gertrudis de las Hermanas Franciscanas de Roosendaal que se hace cargo
de la vitrina. Los últimos años es acompañada en este trabajo por la Srta.
Eugenia Rojas, ama de llaves de La Puerta Abierta, la cual, para esta
finalidad, siguió un curso completo de decoración de vitrinas. Entre los años
1972 hasta 1975 también el Padre Patricio Roovers de la Congregación de
Sacerdotes del Sagrado Corazón estaba por dos días a la semana al
servicio de los
visitantes. Aparte de las personas mencionadas también los padres Juan Schipper
y Pedro Kruidenberg, durante varios años, dedicaron mucho de su energía pastoral
al crecimiento de esta forma de apostolado.
Puesto que La Puerta
Abierto presta sus servicios totalmente en forma gratuita y no dispone de
ninguna fuente de ingresos propios, esta forma de apostolado sigue siendo económicamente precaria y vulnerable. Sin
embargo, la obra se hizo realidad y durante muchos años pudo continuar ya
gracias a la cooperación, ayuda y simpatía de muchos; por eso se mira hacia el
futuro con confianza.
(Trad. Gaspar)
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home