martes, enero 30, 2018

Los Primeros Misioneros y su Partida Hacia Chile.





Los Primeros Misioneros y su Partida Hacia Chile.
Uno de ellos cuenta:
En el año1938 se conocieron los nombres de los primeros misioneros nombrados para ir a Chile. Después de que se hicieron algunas modificaciones, finalmente fueron nombrados los siguientes padres y hermanos. Para la parroquia de Taltal fueron nombrados los padres Cornelio van de Spek, A(driano) Hoogantink, Juan Visser y el hermano Wilibrordo Grimink. Para la de Yerbas Buenas los padres Cristián Verheugd, Gerardo Schoot, Juan van Bergenhenegouwen (autor) y el hermano Canisio Tenberge, Los Padres Cornelio van de Spek y Cristián Verheugd fueron designados como  superiores locales y al mismo tiempo párrocos; los otros padres iban a ser vicarios cooperadores en las parroquias y los hermanos fueron destinados para las tareas domésticas. El Padre Cristián además había sido nombrado superior del grupo en su totalidad.

La fecha de partida estaba fijada para el 6 de octubre. Después esta fue postergada hasta el 13 del mismo mes a causa de una demora del barco. El barco perteneció a la Johnson Line, una compañía  naviera sueca, que mantenía un servicio de navegación fijo entre Stockholm y Valparaíso. Para hacer el viaje a Chili tuvimos que abordar el barco en el puerto de Amberes (Bélgica).

Los obispos chilenos nos habían aconsejado de evitar partir de Holanda antes del mes de  octubre, por razones de posible agitación de tipo político en Chile, puesto que se celebraban en aquel año elecciones presidenciales que eran consideradas como más intranquilas que habitualmente.

El domingo 12 de octubre lo pasamos en la casa de Procura Misional en la localidad de Goirle.
El lunes 13 tuvimos que viajar muy temprano a la ciudad de Amberes. El tiempo otoñal era nublado y con llovizna. A las siete y media de la mañana un minibús de pasajeros apareció para llevarnos. Las maletas fueran cargadas y los misioneros subimos acompañados de aquellos que iban a despedirnos en el puerto de Amberes. En total éramos los siete misioneros que iban a emprender el viaje, además el Padre superior provincial Kouwenhoven, su primer consejero el P, Bernardo Welling  y el P. Gerardo Schoot. Este último  por razones de circunstancias familiares iba a viajar un mes más tarde, pero de todos modos quiso juntarse con nosotros para la despedida. Al mismo tiempo iba a acompañarnos en el viaje a Chile un hombre joven de nombre Toon Peters siendo un conocido del P.Cristián Verheugd, que quiso echar un vistazo a Chile, y, en lo posible, buscar su futuro en aquel país.
Antes de las ocho ya estuvimos en viaje y a un par de horas más llegamos a la ciudad de Amberes. Primero nos dirigimos a las oficinas de la compañía naviera para el control de nuestros documentos de viaje. Estas oficinas se ubicaron en lo los vecinos llaman “De Boerentoren” (Torre de los labradores), un edificio alto de varios pisos, que daba la impresión de un rascacielos en medio de su entorno. Después tuvimos que hacer espera hasta el momento de embarcarnos. La espera duró más de lo previsto. Fuimos a tomar café en un restaurante, donde a esta temprana hora de la mañana del lunes, obviamente no se esperaba una gran cantidad de clientes. Las sillas se encontraban con las patas en el aire, amontonadas sobre las mesas y algunos empleados se ocupaban de juntar los residuos de la noche anterior que quedaron botados en el suelo. A continuación hicimos un pequeño paseo por algunas calles para echar un vistazo a la ciudad y en seguida regresamos al recinto del puerto.




El barco, con que íbamos a viajar, se encontraba, fuera de vista, a cierta distancia en medio del Rio Escalda. Para embarcarnos tuvimos que hacer uso de una pequeña lancha del puerto con el nombre de “Zeeland”. Los bultos de nuestro equipaje fueron trasladados al cubierto de la lancha, pero pasó un buen poco de tiempo antes de que la lancha hiciera preparativos de zarpar. Cuando llegó el momento de partida subimos junto con nuestros acompañantes al cubierto y con eso abandonamos la tierra firme de Europa.

Después de navegar por media hora la lancha abordó la escala del barco de bandera sueca. Los bultos y equipaje fueron transbordados y nosotros subimos por la escala. De este modo por fin nos encontramos en el barco, que sería nuestra residencia durante seis semanas (como se evidenció después). Después de haber esperado por un tiempo considerable a un pasajero atrasado, se dio la señal de partida del barco. Aquellos que nos habían acompañado bajaron por la escala hacia la lancha “Zeeland” y regresaron al muelle y nos saludaron agitando las manos hasta que desaparecieron ante la vista nuestra.
Fue levantada el ancla y el  barco comenzó a desplazarse. Cuando horas más tarde pasamos por el puerto (holandés) de Vlissingen, todo ya estaba en oscuras.                                                                     Y la llovizna continuó cayendo...                                          (trad. Gaspar)