La Inmaculada Concepción de María.
Es
algo muy grande, maravilloso, misterioso lo que pasó cerca de Jerusalén entre
San Joaquín y Santa Ana. La Biblia no dice nada directamente. No habla
principalmente de acontecimientos históricos, sino sobre lo que Dios hace en el
interior de los hombres en su relación con Él.
Las leyendas hablan de una pareja de santos ancianos, los abuelos de
Jesucristo. Su única hija María cumple
tres años. La llevan al templo para que sea educada en la fe por medio de las
Escrituras y la oración. Después Dios la lleva de a poco a una Vida de
Dedicación como Virgen a Él y a una santa amiga, con José de Nazaret. Ya sintió
que Dios había hecho grandes cosas en Ella. Es difícil describirla, una
felicidad tan grande. Es algo de los comienzos del Paraíso terrenal; desde el primer instante de su vida vivir tan cerca de Dios, sin ningún pecado en
pensamientos, palabras, obras y omisión, oyendo los pasos del Señor por el
jardín, que la llama por su nombre: “María, ¿dónde estás ahora? Déjame ver tu
rostro. ¿Quieres hacerte madre de mi Hijo? Alégrate, eres llena de gracia. No
temas. Yo estoy contigo. Jesús tu Hijo será grande, Hijo del Altísimo. Tú te
concebiste pura e inmaculada por un favor especial del Salvador. Tu Hijo
reinará sobre mi Pueblo Elegido para siempre. Y Tú junto al Rey y Salvador, vas
a aplastar la cabeza del enemigo de mi Pueblo como lo hizo la Judith.
También
la Concepción y el Nacimiento de tu Hijo será un gran milagro. Tú te quedas
Virgen, totalmente consagrada a Mí. Con ser madre de Jesús y de todos los
hombres, no perderás tu virginidad, serás totalmente Mía, mi Esclava porque el
Espíritu Santo te cubrirá con su sombra. Al mismo tiempo serás con José y con
Jesús mi verdadera Sagrada Familia. Y toda mi Iglesia de hermanos y discípulos
de Jesús, serán concebidos y nacidos de nuevo por el Bautismo y recuperarán su vida sin pecados por la Confesión, todo eso por obra
del Espíritu Santo”. Celebremos con María todos estos hechos con agradecimiento a Dios y mucho amor a María como sus Hijos consagrados a Él por intermedio de María la Madre. (Homilía del P. Santiago)
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