miércoles, octubre 25, 2017

NUESTRA PRIMERA PARROQUIA EN SANTIAGO


Santiago, La Parroquia Nuestra Señora del Buen Consejo.

Lo que escribe el Padre Juan:
Durante la primera visitación llevada a cabo por el Padre General Trampe (1942-1943) la parte de la provincia holandesa en Chile se convirtió en una región. Por varias razones el General estimó oportuno esto. Esto significó, que debíamos hacernos cargo de una parroquia en Santiago. El arzobispado no nos lo había solicitado, pero el Padre General se sintió motivado a esto por su preocupación de una buena organización de la Congregación en Chile.

El General dirigió una petición en este sentido al arzobispo.  Cuando este último había sido informado de la finalidad de la petición y las aspiraciones acerca del tipo de parroquia, ofreció el sitio donde ahora está ubicada la Parroquia de Nuestra Señora del Buen Consejo. (Comúnmente la llamamos “Buen Consejo”,

Todavía no existía una casa parroquial, solo una capilla. A los padres les correspondió iniciar esta parroquia. La parroquia además debía funcionar como sede de la administración regional. En el lugar donde se ubica ahora el salón parroquial, se encontraba la capilla, que estaba dedicada a Nuestra Señora del Buen consejo. El barrio se conocía como la “Población Zelada” y no gozaba de buena fama en cuanto a los habitantes. No era aconsejable transitar sin compañía tarde en la noche o durante la noche. El terreno en gran parte estaba desprovisto de construcciones. Solo había casas en el sector que limita con la calle Constantino. El sector baldío del terreno y el sitio donde se encontraba la capilla eran propiedad del arzobispado. La intención fue de erigir con el tiempo una nueva iglesia. Ya existía un diseño para la construcción del templo, pero nunca fue llevado a su terminó.
En comparación con sus dimensiones la capilla era de bajo altura y se parecía más a una bodega o barraca. La construcción consistía de una armazón estructura de madera de vigas cuadradas. Los espacios entre las vigas estaban llenados con planchas fabricadas de una mezcla de cemento, cal y cenizas de carboncillo. En las paredes laterales, pegadas al techo, había algunas ventanas amplias, pero no muy altas. El piso estaba cubierto de baldosas. El cielo estaba formado de una especie de cartón. El espacio interior estaba lleno de bancas de fabricación pesada. La fachada estaba colindante a la vereda de la calle que ahora se llama Porto Seguro, pero en aquel tiempo tenía el nombre de calle Brasil.
Las puertas de doble ala se ubicaban en el centro de la fachada y a su lado exterior lucían un artístico gracias a la cerrajería de fierro forjado que tenía. Sobre el techo bajo de caballetes de adelante hacía atrás, nuestros padres posteriormente hicieron colocar un pequeño campanario.


En la parte delantera de la capilla colgaba un cuadro pintado de grandes proporciones presentando Ntra. Sra. del Buen Consejo. Fue el mismo que ahora está colgado en la parte posterior de la iglesia pegado a la barandilla del segundo piso destinado para el coro. El cuadro, confeccionado por un pintor artesano estuvo destinado para aquella capilla. En las tardes muchas veces se rezaba el rosario y a veces se celebraban novenas. Los días domingo y días de fiesta llegaba un sacerdote a la capilla para celebrar misa. La capilla se hizo el centro espiritual de los alrededores. Con el tiempo la gente adquirió una devoción tan grande para esta imagen pintada, que no quería hacer abandono de la imagen acostumbrada, cuando, posteriormente, el Padre Enrique van den Boogaard pintó una figura grande de la Virgen en la pared detrás del altar de la nueva iglesia reemplazando el cuadro del artesano,


La parte sin construcciones del terreno que se limitaba con las calles Porto Seguro, Blanco Garcés y Martín de Poveda y por las partes traseras de las casas de la calle Constantino, estaba cercada de un muro de ladrillos. Solamente en la esquina de Blanco Garcés con Martín de Poveda existía una casa ya. De las calles cercanas solamente las calles Constantino, Nueva Imperial, Ecuador y Apóstol Santiago estaban provistas de pavimento. Al lado norte de la calle Nueva Imperial existía ya por más largo tiempo otro parte de la ciudad. Hasta el día de hoy aún se puede encontrar varias calles angostas pavimentadas con guijarros. Todas las demás “calles” debían hacerse todavía y se parecían a senderos rurales sin ninguna forma de pavimento.  A cada lado de estas vías existían pequeños canales que conformaban una separación entre las veredas y la vía central. Estos servían para desaguar la lluvia y que, en parte, servían de canales de riego para los jardines y huertos que allí existían. En la época de lluvias las calles y veredas estaban cubiertas con una capa gruesa de lodo y llenas con charcos

La parroquia en cuanto territorio se ubicaba en su totalidad al lado poniente exterior de la ciudad y la parte sur de la parroquia que se encontraba cerca de la calle Las Rejas, donde el Padre Simón de Jong a comienzos de 1960 iba a fundar la Parroquia de Santa Isabel de Hungría, estaba en gran parte sin ninguna construcción. Donde se juntaron las calles Blanco Garcés y Ecuador, se ubicaba el terminal de Buses O’Higgins 2, porque en este punto se terminó la ciudad
Al otro lado de la calle Blanco Garcés frente al terreno del arzobispado, se encontraba una parcela agraria, que parcialmente estaba plantado de parras y algunos árboles frutales, A lo largo de esta calle el terreno estaba cercado con palos, telas metálicas y alambres de púas. Su superficie estaba casi tan extensa como el terreno perteneciente al arzobispado. En el rincón sur-poniente había una casita de tipo campesino que estaba en malas condiciones y que era como una reliquia de un pasado en que Santiago era menos extendido. Esta casa sirvió de residencia para nuestros padres durante alrededor de siete años. El terreno y la casa eran de propiedad del Señor Marcos Arancibia que vivía en Calle Santo Domingo y tenía un hijo sacerdote. Más tarde la Congregación compró esta propiedad que posteriormente fue transferido a los Hermanos de La Inmaculada Concepción para la construcción de sus colegios.
Cada vez más se sintió la necesidad de que se construyera una casa parroquial donde, además, la administración de la región podría tener su sede. La casa campesina no reunía las condiciones para este fin.
El Padre Cristián Verheugd, que fue el primer superior regional y al mismo tiempo párroco de “Buen Consejo”, inició la construcción de una casa sobre terreno del arzobispado en la calle Blanco Garcés. Por indicación del Padre General la casa tenía que ser construida según el diseño de un edificio que nuestros padres alemanes habían construido en Buenos aires. De este modo la casa debía contar con dos pisos, pero por el momento tuvo que quedar con un solo piso. De todos modos, los cimientos fueron colocados en vista de un eventual segundo piso, que hasta este momento no se ha concretizado.  Fue en el tiempo del P. Cristián que la obra gruesa de la nueva construcción llegó a su término.



      --EL PADRE ANDRES VAN MERODE DE VISITA A  LA PARROQUIA
Después la obra quedó paralizada por un buen tiempo. Cuando el Padre Cornelio van de Spek se hizo párroco de “Buen Consejo”, continuaron con la construcción hasta llegar a su fin. En el año 1950 los padres se trasladaron a la nueva residencia. De esta manera la parroquia de “Buen Consejo” llegó a ser la sede central de la Congregación en Santiago. Quizás fue esta la razón de que esta parroquia siempre ejerció una cierta fuerza de atracción sobre los miembros de la Congregación en Chile. Con el tiempo se empezó a sentir también la falta de un templo más apropiada. El Padre Enrique van den Boogaard, que ya hace varios años estaba activo en esta parroquia, elaboró un diseño para una nueva iglesia. De acuerdo con este diseño comenzó la construcción y la obra se finalizó dentro un tiempo relativamente breve. Sin embargo, la obra no se hizo tan sin problemas que se podría suponer leyendo este relato. En el mismo sitio, donde el nuevo templo debía ser construido, anteriormente había existido un hoyo profundo que fue cavado para obtener el material para la fabricación de ladrillos. Más tarde el hoyo se llenó con basura, lo que fue tapada con una capa de tierra. De esta manera le faltó al suelo la estabilidad necesaria para sostener el edificio del templo. Así debían ser excavados (Igual que lo que pasó cuando construyeron la casa parroquial), algunos otros pozos de varios metros de profundidad hasta llegar a suelo firme y rocosa. Encima de ellos podían ser colocados los soportes de la construcción. Con el tiempo se comprobó que estos cimientos quedaron adecuados. Solamente se suponía que al construir las naves laterales estrechas del templo, ellos obtuvieran bastante firmeza por medio de una conexión con la nave central. Estas paredes posteriormente empezaron a hundirse y para corregir esta situación, aún debían ser excavados pozos y instalados nuevos soportes sobre tierra firme y rocosa.
Para el cielo del templo en un comienzo también se utilizaron materiales frágiles, de manera que tuvo que ser reparado varias veces.
Sobre la pared ubicada tras del altar mayor el Padre Enrique pintó una figura de gran tamaño de la Virgen y en las ventanas de las paredes laterales colocó vitrales, uno de La Anunciación y el otro del Nacimiento del Señor. Tanto el diseño como el trabajo eran obra de él. En vista que trabajos en vitrales poco se desempeña en Chile, en todas partes se juntaron pedazos de vidrio y se compró un horno para calentar el vidrio pintado. El padre Mateo Voermans le prestaba asistencia al soldar los partes de plomo. Originalmente existía el propósito de proveer todas las ventanas del templo con vitrales, pero nunca se llegó a concretizar un número mayor de dos ventanas.
Cuando se llegó a los años setenta la situación nuevamente cambió profundamente. La administración regional se había trasladado, pasando por “Santa Rosa de Lima”, definitivamente a la “Sagrada Familia”. Nunca llegaron seminaristas mayores que irían a vivir en “Buen Consejo” para terminar sus estudios allí. Así la casa parroquial quedó bastante espaciosa.
Dentro del trabajo pastoral los padres obtuvieron un apoyo grande de los Hermanos de La Inmaculada Concepción, que eran de gran significado para la educación católica de los niños. Ahora también las Hermanas de La Sagrada Familia de Baarlo llegarían a Chile para comenzar en “Buen Consejo” una obra apostólica para la educación de las niñas. Para esto se tomó la decisión de que las hermanas vivirían en la residencia que ya se encontraba allí por diez años. En la casa misma se podrían instalar varios cursos y en el terreno colindante a su lado había bastantes posibilidades para, con el tiempo, construir un colegio más amplio. Para los padres, por lo tanto, debía ser construida una nueva y más pequeña residencia. El P. van de Boogaard hizo los diseños y el padre Cornelio van de Spek tomó a su cargo por gran parte la dirección técnica de la finalización de la construcción.                                                           (trad. Gaspar)