sábado, septiembre 22, 2018

EL PADRE JUAN HOLLAK




El padre Juan Hollak. * 16-09-1912, +10- 9-1993.

Igual que varios otros misioneros de Chile, Juan provino de la capital de Holanda, Ámsterdam, donde nació el día 16 de sept. de 1912. Trabajó algunos años de oficinista y en el año 1192, a la edad de 16 años, entró como seminarista a la casa de formación MSF de Kaatstsheuvel, haciendo los votos el 8 de sept. de 1935 y se ordenó sacerdote el 21 de julio de 1940. Recibió su nombramiento para Chile en 1941, pero no pudo partir debido a la guerra, por lo cual se dedicaba a actividades pastorales en Kaatsheuvel y Ámsterdam. Por fin, en 1946, llegó el momento tan ansiado de su partida a Chile donde se desempeñó en las parroquias de Coquimbo y de Talca dedicándose con preferencia a la pastoral juvenil.    Juan no fue una persona que buscaba protagonismos o aplausos y actuaba siempre con mucha generosidad y espíritu servicial. Era muy comunicativo. Le gustaba contar sus experiencias a veces dramáticas.

 Por ejemplo, sobre su caída de una escalera en el templo de Tocopilla, encima del altar cuando fracturó 4 costillas, hecho que alcanzó ser noticia en los diarios de entonces. O la botadura en el mar cuando su vehículo en que viajaba junto con su hermano, misionero en Chile, el P. Roberto, tomó una pista equivocada al lado del transbordador en el Sur. 

Otro tema favorito suyo eran sus experiencias con los scouts. El escoutismo ha marcado su vida. Siempre mantuvo una afición fuerte para el movimiento que ocupó un lugar importante en su quehacer misionero de anunciar la alegría del Evangelio. Fue fundador y capellán del Grupo Scout “Nuestra Señora de la paz” de Talca, que tenía su cuartel al costado de la Carretera Panamericana, y que celebraban sus campamentos de verano en la localidad de Vilches en la pre cordillera. Los niños a veces lograron aprovecharse de la buena voluntad del padre ya que él era muy complaciente y tenía como único objetivo ser un buen líder scout y trazar y buscar pistas para estar SIEMPRE LISTOS para servir y de esta manera asegurar que los niños y jóvenes tuvieran una infancia y juventud feliz con generosidad y responsabilidad.

 El padre Juan también tenía una gran afición a la fotografía artística con participación en concursos del Foto Cine Club de Chile donde consiguió un gran círculo de amigos, creyentes o no-creyentes. El mismo oraba: ¡Señor, somos unos privilegiados viviendo en un país tan hermoso! ¿O somos ciegos? Observando esta hermosura de la naturaleza, ¿acaso no nos suena tu voz, cuando hay silencio exterior e interior diciendo: “Esta hermosura te he guardado y mantenido para que tú gozares de esa para ver algo de la hermosura que soy Yo”. Ciertamente estas muestras de hermosura que el trató de registrar en las fotografías, eran para él signos de pista hacia el encuentro con la hermosura y felicidad sin límites de Dios.

Después del año 1881 se trasladó a “La Puerta Abierta” Centro de Orientación Católica en Santiago, donde supo escuchar a gran cantidad de personas que llegaban a confiarse sus problemas personales, religiosos y matrimoniales y pudo aconsejar, ayudar y sugerir pistas para avanzar por caminos sin explorar. Entre los muchos testimonios citamos: “Gracias a él he recuperado mi fe en Dios”. “Me ha salvado mi matrimonio”.
En el año 1993, secuela de varias dolencias, llegó el momento en que le tocó estampar el signo: “Fin de Pista”. Fue el fin de la vida de un misionero siempre listo para servir y mostrar la verdadera hermosura y felicidad, que el habrá encontrado ahora para disfrutar de ellas para siempre.                                              (Vea Archivos de Holanda, Trad. Gaspar.)