domingo, mayo 20, 2018

PADRE ADRIAN HAMEL






Padre Adrián Hamel  * 26 de enero 1925, + 1 de febreo 1984.

Adrián nació en Telok Waru (Balik Papan) Kalimantan, Indonesia. Cuando cumplió tres años falleció su Papá y el niño quedó internado en una casa de huérfanos de hermanos religiosos ubicado en Semarang en la isla de Java, donde pasó por la escuela básica y,  durante la guerra, algunos años de enseñanza media. En el año 1946 viajó a Holanda junto con su hermana, pero no para quedarse en aquel país, porque esperaba algún día volver como misionero al querido país que lo vio nacer.  Los hermanos de Semarang le dieron las mejores recomendaciones para que se hiciera seminarista en nuestra congregación. Comenzó el mismo año  sus estudios en el seminario de Kaatsheuvel y después en el colegio misionero MSF de Wijk aan Zee, Holanda. Después de pasar por el noviciado en el pueblo de Nieuwkerk hizo sus votos religiosos el día 8 de sept. del año 1953 y recibió la ordenación sacerdotal el 27 de sept. del año 1958. A esto siguió un año para terminar los estudios y en un año de práctica pastoral en la ciudad de Grave.
Mientras tanta hizo varios intentos para conseguir la nacionalidad indonesia. Estaba dispuesto a hacer todo para poder volver a Indonesia como pastor. “No sé por qué la nostalgia hacia mi tierra  y pueblo me afecta tanto de repente”  escribió a su superior provincial después de su ordenación sacerdotal. Pero no había remedio: el camino a su país de origen estaba bloqueado totalmente a causa de la situación política. Pero esto no se rebeló o quedo amargado, sino con la mayor buena voluntad y  tranquilidad se trasladó a otro lado del mundo y se convirtió en misionero en Chile. 

Allí empezó a querer a la gente, aunque obviamente, de vez en cuando, no le soltó su nostalgia y revivió su deseo de antaño: toda su personalidad quedó marcada por su origen oriental.

Adrián era una persona amable, que no quería nunca chocar con nadie, que no entró en rabia nunca,  que tenía ideas claras de lo que pretendió lograr y alcanzaba realizar sus propósitos, pero al mismo tiempo con tanta sencillez habitual que eliminaba toda adversidad, y que cada uno se dejaba convencer. Con  toda sencillez, a veces podía manipular a alguno, cuando se trataba  de ayudar a alguien.  Era un pastor nacido, hombre de confianza para muchos y también un colega agradable y cercano. También en este lejano país sentía empatía a la gente sin equivocarse y disponía del don de tomarlo en cuenta y de ganar gente para él. Por ejemplo La juventud de Las Rejas, cuando como vicario cooperador  acompañaba sus cantos con guitarra. De todas maneras, nunca buscaba con eso una popularidad barata, pues estaba entregado por completo al  bien de su gente.
Después de un viaje en barco desde Ámsterdam (Junto con el P. Gaspar) llegó en Valparaíso el 8 de diciembre de 1960. Comenzó su trabajo sacerdotal en Santiago, en la parroquia de Santa Isabel de Hungría en Las Rejas y más adelante se trasladó a la ciudad nortina de Tocopilla, Parroquia del Sagrado Corazón.
En este lugar comenzó un período difícil para él, cuando todo el ambiente de la  Iglesia  entró en movimiento después del Concilio Vaticano II. Al mismo tiempo creció una nueva visión acerca de las tareas del misionero. La antigua manera de atender la pastoral parroquial ya no satisfacía. Se iniciaron los primeros pasos hacía las comunidades de base y para el sacerdote era recomendable   vivir “insertado” entre la gente e, igual que ellos, ganar su sustento con el trabajo de  sus  propias manos. Pero nadie aún conocía el camino correcto. Se trataba de buscar y de equivocarse. El padre, gracias a su interés y preocupación por el bien de la gente, supo superar la confusión y, posteriormente, en la época del golpe militar se encontr esta vez  en la ciudad de Coquimbo. Como un hombre que hace milagros logra conseguir el acceso a los presos políticos, aunque de ninguna manera fue amigo del gobierno militar. Allí lograba gracias a cierta ingenuidad suyo como de niño a conseguir beneficios  para ellos y a hablar sin tapujos, Y no hubo nadie que le paraba el carro. 
                                                              -la cárcel en La Serena-
Muchas personas en situación problemática encontraron en él un apoyo grande y el padre,  en adelante, siempre mantuvo una preferencia para dedicarse al bien de los  encarcelados. Incluso fue este el caso, cuando en años posteriores desempeñaba un papel modesto pero irreemplazable dentro del seminario en Las Rejas por su permanencia como una persona sabia entre los estudiantes.
Al momento de su partido de este mundo no le fue permitido despedirse de su gente como, sin duda, hubiese querido.                                                             + Su fallecimiento  fue un hecho inesperado para todos. No a consecuencia de un accidente de tránsito, sino Adrián falleció dentro del sueño a  causa de una afección cardiaca.  Todos se habían olvidado de que en sus años de juventud, alguna vez, se había diagnosticado una hipertrofia del  corazón.                                                                                                         
Esto sucedió el día 1 de febrero del año 1984 en el seminario de la Sagrada Familia en Las Rejas, donde formaba parte de directorio del mismo. Fue en la época del año en que todos estaban disfrutando del verano y  de las vacaciones. El Padre Juan Pablo de Groot, superior provincial del momento, se encontraba en Brasil para la celebración del inició de noviciado y la profesión de votos de algunos seminaristas. El P. Andrés van Mérode estaba de vacaciones en Holanda. Por casualidad un estudiante se encontraba en casa el cual en un comienzo suponía que el Padre se había ido a la casa de jóvenes detenidos en Calera de Tango, que visitaba habitualmente. Pero en la tarde del día, de repente, se percató que el vehículo del padre no se había movido delante de la puerta de la casa y en seguida descubrió lo que había sucedido. Encontró al padre fallecido en cama. Inmediatamente dio aviso al Padre Arnoldo, párroco de Santa Isabel, que informó a los demás miembros de la Provincia. 
Así se fue nuestro querido compañero. Siempre se generó  tranquilidad y seguridad alrededor de él y siempre era escuchado con agrado, cuando con palabras sencillas y entendibles  dio respuestas a preguntas vitales. Siempre sus palabras tenían contenidos y el padre Adrián con una sensibilidad notable de lenguaje, sabía verbalizarlos en forma correcta. Disponía de muchos talentos y los utilizaba con generosidad al servicio de sus hermanos y del Reino.-                                    .                                                                                   (Fuente: archivos de Holanda. Trad. Gaspar.)