sábado, febrero 03, 2018

UNA PUERTA ABIERTA






Una Puerta Abierta
El Padre Juan escribe sobre “La Puerta Abierta”.
Siempre hubo varios entre nosotros que se dejaban inspirar por un proyecto pastoral llevado a cabo en la ciudad de Ámsterdam, de nombre “De Open Deur” (La Puerta Abierta) que pretendía tomar forma de un centro de orientación e información religiosa.  Con el fin de establecer un centro del mismo tipo en Santiago, la región chilena arrendó en el año 1961 un local comercial en la calle Rosas 1243 ubicado en el centro de Santiago para iniciar, de esta manera, un nuevo proyecto pastoral con el nombre de “La Puerta Abierta”, igual que su homónimo en Holanda. Por intermedio del arzobispo de Santiago, el Cardenal Silva Henríquez, en el año 1963 fue adquirido otro local y la Puerta Abierta se trasladó a la calle Santo Domingo 1150.
 
La Puerta Abierta de Ámsterdam, sobre todo en sus primeros años, se dirigía, en gran parte, a personas no-católicas, a-religiosas o sin vínculo con iglesia alguna, lo que produjo un número considerable de conversiones hacia la Iglesia Católica. Este objetivo, obviamente, debía ser distinto en Chile, donde 80 o 90 % de los habitantes se declaran oficialmente católicos. (1978)
En Chile un gran número de católicos solo tiene un vínculo muy débil con la Iglesia, son personas que nunca tienen contacto con una parroquia o con algún sacerdote, solamente lo tienen con ocasión de la celebración de un bautismo, primera comunión, casamiento y funeral y llevan su vida con una fe vacilante. 
El número de gente que siente esto como frustración seria es mayor que sabemos y afecta negativamente su calidad de vida. 

Otros se sienten marginados de la Iglesia oficial a causa de problemas personales o por   el curso que ha tomado su vida. Viven inquietos por sus dudas de creencia, dificultades en su vida matrimonial, tendencia escrupulosa, homosexualidad o problemas de otra naturaleza. A estas personas no les sirven mucho las directivas generales de la Iglesia, sino ellos necesitan un acompañamiento personal, pues la pastoral parroquial habitual que atiende a grandes números de feligreses no está en condiciones de atenderlos adecuadamente.

También hay personas que se dirigen a La Puerta Abierta por problemas que no están relacionados directamente con el terreno de la pastoral o que necesitan un tratamiento especializado. En tal caso La Puerta Abierta indica el camino hacia personas o instancias que podrán brindar soluciones.
La Puerta Abierta funciona en un local comercial que está ubicado en una calle céntrico de Santiago. Por medio del escaparate o vitrina se trata de atraer la atención por parte de los transeúntes. En relación con algún tema de actualidad (invierno, primavera, navidad, Pascua de Resurrección, vacaciones, campeonatos deportivos, Fiesta Nacional, familia, nacimiento, etcétera) se presenta un mensaje religioso, que pretende llamar la atención a los transeúntes sobre algún valor cristiana para la vida y al mismo tiempo informarles sobre la función de La Puerta Abierta, cuyos servicios podrán solicitar ellos también.  En vez de zapatos, relojes o ropa esta vitrina llama a tomar nota de valores fundamentales de la existencia humana.  El armado sencillo pero competente de la vitrina da lugar a que también gente común entre a La Puerta Abierta con confianza para dar a conocer y compartir sus preguntas y problemas. 

Fueron los padres Mateo Voermans y el Padre Enrique Bentvelzen que tomaron la iniciativa, lo planificaron y lo llevaron a realidad.  El primero fue capellán del hospital de la Universidad Católica y dictaba clases de cultura religiosa y eclesiástica en la Facultad de Arquitectura y Bellas Artes. El segundo era superior regional de la congregación.  Realmente fue una empresa enorme: debían ser retiradas personas y dineros de otras obras, no se sabía si iba a resultar, ó si iba a producir críticas a aplausos. Realmente fue una forma de apostolado totalmente nueva. ¿Iba a ser reconocida por el hombre inquieto y buscador? 

Los padres Mateo Voermans y Leonardo Pennings fueron “los obreros de primera hora “.  A ellos les tocó vivir la suerte de todo comienzo nuevo. Se necesitaba mucha paciencia:  la obra, primero,  debía recibir alguna notoriedad. Los padres eran como arañas sentadas sobre su telaraña esperando a sus “clientes”. Mucha gente entraba al local para preguntar, si se tratara de un negocio de artículos religiosos. Otros se fijaron por un par de minutos con interés en lo que exhibía la vitrina y siguieron sus caminos. Algunos pasaban primero tres o cuatro veces por delante de la puerta antes de atreverse a entrar.

En los primeros años los padres de La Puerta Abierta seguían viviendo en la Comunidad de Sagrada Familia. Pasaban días en que no vino nadie al local y los padres llegaban algo deprimidos a casa. También había días en que acudió una gran cantidad de gente, y ambos padres pudieron terminar con satisfacción la tarea del día. El número de visitantes creció lentamente: en el año 1966 se sumaron 1009, en el año 1968: 1763, y el año pasado (1977) más de dos mil. En este momento (1978) hay un promedio de 10 visitas de alguna duración por día.
Desde el año 1965, cuando había terminado su misión de superior regional, el Padre Enrique Bentvelzen dirige La Puerta Abierta y a partir de año 1968  está acompañado en su trabajo por el Padre Juan Hollak.

Para un sinnúmero de casos La Puerta Abierta necesita la ayuda sicológica y en el curso de los años era cada vez más conveniente de poder disponer de un psicólogo

 en servicio permanente para esta obra de apostolado. En el año 1971 el P. Santiago van Heeswijk cobró animó para estudiar sicología en la Universidad Católica de Santiago, donde concluyó la carrera en el año 1977 y obtuvo el título de psicólogo. Gracias a la mediación del Cardenal Alfrink (de Holanda) y con aportes financieras de algunas instancias de auxilio neerlandesas La Puerta Abierta pudo ampliarse con la adquisición de un pequeño departamento en la calle merced 493, departamento 201. Instalado el mobiliario indispensable el Padre van Heeswijk puede disponer de una clínica propia.


Para su realización como proyecto y para poder cumplir con su misión, La Puerta Abierta ha recibido ayuda de muchas instancias y de distintas partes. La provincia holandesa de la Congregación financió la compra y el arreglo de la casa. Durante muchos años los Hermanos de Maastricht ayudaron con un aporte mensual. Al mismo tiempo pusieron a disposición del centro a uno de sus miembros entre los años 1965 y 1970: el hermano Francisco Dijsselbloem formaba parte del equipo de la Puerta Abierta. A pesar de las muchas tareas de su propia comunidad y colegio, es la hermana Gertrudis de las Hermanas Franciscanas de Roosendaal que se hace cargo de la vitrina. Los últimos años es acompañada en este trabajo por la Srta. Eugenia Rojas, ama de llaves de La Puerta Abierta, la cual, para esta finalidad, siguió un curso completo de decoración de vitrinas. Entre los años 1972 hasta 1975 también el Padre Patricio Roovers de la Congregación de Sacerdotes del Sagrado Corazón estaba por dos días a la semana al 
servicio de los visitantes. Aparte de las personas mencionadas también los padres Juan Schipper y Pedro Kruidenberg, durante varios años, dedicaron mucho de su energía pastoral al crecimiento de esta forma de apostolado.
Puesto que La Puerta Abierto presta sus servicios totalmente en forma gratuita y no dispone de ninguna fuente de ingresos propios, esta forma de apostolado sigue siendo   económicamente precaria y vulnerable. Sin embargo, la obra se hizo realidad y durante muchos años pudo continuar ya gracias a la cooperación, ayuda y simpatía de muchos; por eso se mira hacia el futuro con confianza.                                                            (Trad. Gaspar)