EL PADRE ADRIAN DE MEYER
El
Padre Adrián de Meyer + 13-01-1922, 03-11-1999.
Adrián (Janus) nació el 13 de enero de 1922 en
un pueblo del sur de Holanda. Ser misionero fue su ideal de infancia y por la
ruta habitual avanzó hacia la meta.
Comenzando a los catorce años en el seminario menor en el año 1936, hizo su profesión
en 1943 y llegó ser sacerdote el 25de julio de 1948. En el año 1949 fue nombrado para la
misión en Chile, donde comenzó una larga
serie de 43 años trabajando de pastor en Chile, hasta que su estado de salud lo
obligó a regresar a su patria.
Durante
los primeros años de su estadía en Chile conoció bien el país pasando por
diferentes parroquias, Santiago (“Sta.
Rosa de Lima” y “Buen Consejo”), Talca, Colbún y Puluqui. Al finalizar sus primeras vacaciones en
Holanda y volviendo a Chile, llevó un barco, construido en Holanda y regalado
por los habitantes de su pueblo natal. Siendo hijo de un barquero pasó por un
tiempo de mucha satisfacción navegando por una región de islas en el sur de
Chile en la cercanía de Calbuco y Puluqui. Se movió continuamente entre una y otra
localidad de las comunidades cristianas.
Fue “Capitán al Lado de Dios”.
Siempre recordaba con agrado este período de su vida, que por lo demás duró solo un par de años. Después de esto, comenzando en 1965, fue párroco durante más de 25 años de la parroquia de la casa central de la Sagrada familia ubicada en un barrió de gente acomodada de Santiago, donde se sentía cómodo. Adrián no fue un reformador de gran perfil, ni un hombre de ideas revolucionarias, pero se encontraba más a gusto y tranquilo con lo que era tradicional y seguro en la Iglesia y en la Sociedad. No fue su estilo de subir a las barricadas para ir en defensa de los explotados. Sin ser conservador extremo no se sentía cómodo con el “aggiornamento”, de la Iglesia. Evitaba cualquiera discusión sobre este tema y brindó toda su atención a su iglesia y sus feligreses, los cuales lo tuvieron respeto y aprecio y que siempre le prestaron ayuda donde se necesitaba. Aparte de ser un buen anfitrión en nuestra casa central, alcanzó al mismo tiempo traer un buen aporte a la consolidación de una basa financiera para nuestras obras de apostolado.
Siempre recordaba con agrado este período de su vida, que por lo demás duró solo un par de años. Después de esto, comenzando en 1965, fue párroco durante más de 25 años de la parroquia de la casa central de la Sagrada familia ubicada en un barrió de gente acomodada de Santiago, donde se sentía cómodo. Adrián no fue un reformador de gran perfil, ni un hombre de ideas revolucionarias, pero se encontraba más a gusto y tranquilo con lo que era tradicional y seguro en la Iglesia y en la Sociedad. No fue su estilo de subir a las barricadas para ir en defensa de los explotados. Sin ser conservador extremo no se sentía cómodo con el “aggiornamento”, de la Iglesia. Evitaba cualquiera discusión sobre este tema y brindó toda su atención a su iglesia y sus feligreses, los cuales lo tuvieron respeto y aprecio y que siempre le prestaron ayuda donde se necesitaba. Aparte de ser un buen anfitrión en nuestra casa central, alcanzó al mismo tiempo traer un buen aporte a la consolidación de una basa financiera para nuestras obras de apostolado.
Sus
últimos años fuer marcados por una salud vacilante Debía ser ayudado por otros. Lo único que
pudo hacer solo fue ser amable y saludar a todos que pasaban con una risotada
hasta que llegó el momento que ya no reconocía a su familiares y gente de la casa. Terminó su existencia
terrenal el día 3 de noviembre de 1999.-
Su último lugar de descanso hay que buscarlo lejos de su querido Chile,
lejos de sus “aguas azules” del Sur.
Pero sus cohermanos y sus feligreses no se olvidarán de este hombre siempre
acogedor de muchos. Confiamos que
también el Señor lo cuenta entre sus acogidos y deja vivir este misionero en el
Reino de Paz y Justicia que predicaba.
(Fuente: Archivos Prov.
Neerlandesa. Trad. Gaspar)
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