jueves, marzo 28, 2013

LA PIETA

El Papa Pablo VI señaló que “la finalidad última del culto a 
la bienaventurada Virgen María es glorificar a Dios
La piedad mariana es, en sentido subjetivo, la piedad de 
Nuestra Señora. Ninguna creatura ha
 vivido como Ella la devoción, la entrega generosa a Jesús, 
su Hijo; ni la compasión, ni la
 ofrenda de su vida entera a Dios nuestro Señor. Tampoco
 nadie como Ella ha vivido el amor
fraterno, donde se encuentra la piedad (cf 2 Pedro 1, 7).

En sentido objetivo, la piedad mariana es la devoción a la Santísima Virgen. Ella es la Madre de la Misericordia, la Madre de la divina gracia: “Al elegirla como Madre de la humanidad entera, el Padre celestial quiso revelar la dimensión - por decir así - materna de su divina ternura y de su solicitud por los hombres de todas las épocas” (Juan Pablo II, “Audiencia”, 15 de Octubre de 1997). 
Ella participa, de algún modo, de la paternidad divina y
 tiene derecho a nuestra piedad filial. En la Virgen vemos
 reflejado el rostro materno de Dios
(cf Síntesis de los aportes recibidos para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, 189).

La devoción a María, dando relieve a la dimensión humana de la Encarnación, ayuda a 
descubrir mejor el rostro de un Dios que comparte las alegrías y los sufrimientos de la humanidad, el «Dios con nosotros», que ella concibió como hombre en su seno purísimo, engendró, asistió y siguió con inefable amor desde los días de Nazaret y de Belén a los de la cruz y la resurrección” (Juan Pablo II, “Audiencia", 5 de Noviembre de 1997).


pintura de Ignacio Ossandon en la Iglesia Sagrada Familia Providencia Chile