EL FILOSOFO FRANCÉS FABRICE HADJAD
¿Qué es
lo que más le fascina del cristianismo respecto a las demás religiones?
Estoy convencido del misterio de la Trinidad: Dios es una comunión de tres personas, y esto significa que en el cristianismo la sabiduría no es un conocimiento, sino un encuentro con Jesús, que se completa en una comunión de personas. No es una teoría o un estado de serenidad como en otras filosofías. Me gusta repetir que en el cristianismo los nombres propios son más importantes que los nombres comunes, y que los rostros son más importantes que las ideas. El cristianismo me dice que cada rostro es desconcertante y sobre todo no elimina nada de la experiencia concreta. Esto me lleva al otro gran misterio: la Encarnación. El Verbo se ha hecho carne significa que ya no se puede separar la carne del espíritu
Estoy convencido del misterio de la Trinidad: Dios es una comunión de tres personas, y esto significa que en el cristianismo la sabiduría no es un conocimiento, sino un encuentro con Jesús, que se completa en una comunión de personas. No es una teoría o un estado de serenidad como en otras filosofías. Me gusta repetir que en el cristianismo los nombres propios son más importantes que los nombres comunes, y que los rostros son más importantes que las ideas. El cristianismo me dice que cada rostro es desconcertante y sobre todo no elimina nada de la experiencia concreta. Esto me lleva al otro gran misterio: la Encarnación. El Verbo se ha hecho carne significa que ya no se puede separar la carne del espíritu
Si tuviera que contar a un “ateo” lo que está
viviendo, ¿de qué partiría?
Pienso que, ante todo, es necesario evitar las etiquetas. Es muy difícil definirse “ateo”. Pero si alguno se definiera así, para ser coherente no debería divinizar nada en lugar de Dios, ningún otro ídolo: dinero, técnica, comunismo… Hoy en día está de moda decir “soy ateo”, “soy homosexual”, etc… Nadie dice; “soy un hombre”. Lo importante para el creyente es comprender que ante él tiene siempre a un hombre. Uno que está como yo expuesto al pecado y a la muerte y que tal vez es un poco menos consciente del Misterio. Pero, como yo, es alguien rodeado por un desconocido. Antes de ponernos a discutir con un “ateo”, hay que sentir y vivir esta fraternidad humana: ¿sois capaces de reír juntos?, ¿y de cantar juntos? Sólo a partir de ese momento podremos dialogar. Los cristianos dicen que no hay que dormir con una chica antes de haber hecho todo el recorrido del noviazgo, y sin embargo al mismo tiempo existen cristianos que dicen que habría que discutir con el ateo sin pasar por un periodo de “noviazgo”: es una contradicción total.
Pienso que, ante todo, es necesario evitar las etiquetas. Es muy difícil definirse “ateo”. Pero si alguno se definiera así, para ser coherente no debería divinizar nada en lugar de Dios, ningún otro ídolo: dinero, técnica, comunismo… Hoy en día está de moda decir “soy ateo”, “soy homosexual”, etc… Nadie dice; “soy un hombre”. Lo importante para el creyente es comprender que ante él tiene siempre a un hombre. Uno que está como yo expuesto al pecado y a la muerte y que tal vez es un poco menos consciente del Misterio. Pero, como yo, es alguien rodeado por un desconocido. Antes de ponernos a discutir con un “ateo”, hay que sentir y vivir esta fraternidad humana: ¿sois capaces de reír juntos?, ¿y de cantar juntos? Sólo a partir de ese momento podremos dialogar. Los cristianos dicen que no hay que dormir con una chica antes de haber hecho todo el recorrido del noviazgo, y sin embargo al mismo tiempo existen cristianos que dicen que habría que discutir con el ateo sin pasar por un periodo de “noviazgo”: es una contradicción total.
En su libro Mística de la carne (Medusa) afronta el tema de la sexualidad, un tema por el que a menudo se hostiga a la Iglesia…
Es normal que haya oposición. El problema es que a menudo la enseñanza de la Iglesia se ha transmitido mal. Dos son los errores principales. Por un lado se dice que la sexualidad es “neutra” y va unida al respeto, al amor, etc… De este modo se muestra una moral que concibe la sexualidad como un impedimento. Mientras que la Iglesia dice que la sexualidad es buena en sí misma, pero debe ser captada en toda su profundidad. Hoy se habla mucho de liberación sexual, pero en realidad vivimos una mutilación de la sexualidad. Incluso un castrado puede tener relaciones sexuales, pero es una sexualidad que no está abierta a la vida. Y hoy vivimos en el reino de los castrados. El otro error es caer en la obsesión sexual. Es decir, hablar a los jóvenes de “moral sexual” y no de la aventura heroica de la vida cristiana. Los jóvenes no aceptarán la moral sexual si no se les muestra su finalidad. A menudo se queda uno en el discurso de la prohibición, de la regla: es un discurso farisaico. La moral es como la gramática: es importante que exista para poder hablar, pero no se habla para hacer gramática. Si queremos que los chavales se interesen por la gramática, debemos sobre todo mostrarles la poesía de la vida cristiana. Este es el verdadero desafío
¿Qué significa que la tierra es un camino que lleva a Dios?
Todas las
cosas son signo, y remiten a algo que está más allá de ellas mismas. Incluso
las raíces de una pequeña flor como el diente de león se hunden en el Misterio.
Pero, atención: el título que he elegido no dice simplemente que la tierra sea
un camino hacia el cielo, sino que es un camino del cielo. Porque el cielo ha
plasmado todo lo que vemos: al crear la cosa más pequeña, Dios se construye una
morada nueva. En cambio, si nos limitásemos a ver la tierra sólo como un camino
hacia el cielo, nos equivocaríamos.
¿Por qué?
Sería como
decir que la tierra, en el fondo, tiene un carácter accesorio. Que es algo
opcional. Pero, ¿cómo es posible que veamos en una persona cercana sólo un
instrumento para llegar a Dios? No podemos reducir las cosas a simples medios,
porque cada cosa y cada persona ha sido querida tal como es. Cuando hablo de
misterio, no me estoy refiriendo a nada espectacular. Como dice el poeta Yves
Bonnefoy, la trascendencia es lo más ordinario que hay: piense en el rostro de
un niño, en la belleza de una flor… Si no tenemos prejuicios, cada cosa nos
remite al misterio.
En una ocasión, el filósofo francés Alain Finkielkraut presentó a
Fabrice Hadjadj con estas palabras: «De orígenes judíos, de nombre árabe, por
elección católico». Nacido en Nanterre, en 1971, en el seno de una familia
judía de raíces tunecinas, cuenta que se quedó «fulgurado delante de un
crucifijo de la iglesia de Saint-Séverin, en el centro de París». Se bautizó a
los 30 años. Este joven intelectual poliédrico (filósofo, dramaturgo y
ensayista) es profesor en un Liceo de la provincia de Tolón
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