viernes, febrero 07, 2014

LA GRACIA DE MORIR EN CASA,MORIR EN LA IGLESIA


¿Una herencia de vida? ¿He hecho tanto bien que la gente me quiere como padre o como madre? ¿He plantado un árbol? ¿He dado la vida, sabiduría? ¿He escrito un libro?”. David deja esta herencia a su hijo, diciéndole: “¡Tú sé fuerte y demuéstrate hombre. Observa la ley del Señor, tu Dios, avanzando por sus caminos y siguiendo sus leyes!”.(1Rey 2,1-4,10-12)



“Ésta es la herencia: nuestro testimonio de cristianos dejado a los demás. Y algunos de nosotros dejan una gran herencia: pensemos en los Santos que han vivido el Evangelio con tanta fuerza, que nos han dejado como herencia un camino de vida y un modo de vivir”.

Éstas, concluyó el Papa, “son las tres cosas que me vienen al corazón con la lectura de este pasaje sobre la muerte de David: pedir la gracia de morir en casa, morir en la Iglesia; pedir la gracia de morir en la esperanza, con la esperanza; y pedir la gracia de dejar una bella herencia, una herencia humana, una herencia hecha con el testimonio de nuestra vida cristiana. ¡Que San David nos conceda a todos nosotros estas tres gracias!”.