jueves, diciembre 08, 2011

ARCA DEL ESPÍRITU SANTO.




La Inmaculada Concepción de María es el dogma de fe que declara que por una gracia singular de Dios, María fue preservada de todo pecado, desde su concepción.
En Lourdes, la Virgen Inmaculada respondió a Bernardita que la interrogaba: "Yo soy la Inmaculada Concepción". Con estas palabras luminosas, Ella expresa no solamente que fue concebida sin pecado sino más profundamente que, Ella misma, es la Inmaculada Concepción. Así, una cosa es algo blanco y otra cosa su blancura, una cosa es algo perfecto y otra su perfección. (...)
El Espíritu Santo es Concepción Inmaculada increada. (...)
Ciertamente, la tercera persona de la Santísima Trinidad no ha sido encarnada, sin embargo, nuestra palabra humana «esposa» no consigue expresar la realidad de la relación de la Inmaculada con el Espíritu Santo. Se puede afirmar que la Inmaculada es en cierto sentido "la encarnación del Espíritu Santo".
San Maximiliano Kolbe



Según la tradición, los padres de la Virgen, siendo Galileos, se mudaron a Jerusalén. Ana prometió dedicar al niño al servicio de Dios y cumplidos los nueve meses dio a luz a una niña a la que llamó Miriam (María). Al cumplir los tres años, Joaquín y Ana llevaron a María al templo para consagrarla a Dios como habían prometido. María vivió en el templo hasta que cumplió los 12 años, edad en la que fue entregada a José como esposa. Allí en Jerusalem, también murieron Santa Ana y San Joaquín.
Una de las tradiciones relacionadas con él es la “vara de San José”. Se cuenta que mientras José estaba en el templo junto a los otros jefes de las 12 familias para encontrar esposo a María en profunda oración, su vara (bastón) seca que sostenía entre sus manos floreció y al mismo tiempo una paloma blanca descendió sobre su cabeza. Este acto, simboliza el deseo de Dios en que José fuera el esposo de María. Es el atributo más popular y conocido del santo, le acompaña en casi todas sus estatuas, estampas o cuadros.