NUESTRA PRIMERA PARROQUIA EN SANTIAGO
Santiago, La Parroquia Nuestra Señora del Buen
Consejo.
Lo que escribe el Padre
Juan:
Durante la primera visitación llevada a cabo por el Padre
General Trampe (1942-1943) la parte de la provincia holandesa en Chile se
convirtió en una región. Por varias razones el General estimó oportuno esto.
Esto significó, que debíamos hacernos cargo de una parroquia en Santiago. El
arzobispado no nos lo había solicitado, pero el Padre General se sintió
motivado a esto por su preocupación de una buena organización de la
Congregación en Chile.
El General dirigió una petición en este sentido al arzobispo. Cuando este último había sido informado de la
finalidad de la petición y las aspiraciones acerca del tipo de parroquia, ofreció
el sitio donde ahora está ubicada la Parroquia de Nuestra Señora del Buen
Consejo. (Comúnmente la llamamos “Buen Consejo”,
Todavía no existía una casa
parroquial, solo una capilla. A los padres les correspondió iniciar esta
parroquia. La parroquia además debía funcionar como sede de la administración
regional. En el lugar donde se ubica ahora el salón parroquial, se encontraba la
capilla, que estaba dedicada a Nuestra Señora del Buen consejo. El barrio se
conocía como la “Población Zelada” y no gozaba de buena fama en cuanto a los
habitantes. No era aconsejable transitar sin compañía tarde en la noche o
durante la noche. El terreno en gran parte estaba desprovisto de
construcciones. Solo había casas en el sector que limita con la calle
Constantino. El sector baldío del terreno y el sitio donde se encontraba la
capilla eran propiedad del arzobispado. La intención fue de erigir con el tiempo
una nueva iglesia. Ya existía un diseño para la construcción del templo, pero
nunca fue llevado a su terminó.
En comparación con sus dimensiones la capilla era de bajo
altura y se parecía más a una bodega o barraca. La construcción consistía de
una armazón estructura de madera de vigas cuadradas. Los espacios entre las
vigas estaban llenados con planchas fabricadas de una mezcla de cemento, cal y
cenizas de carboncillo. En las paredes laterales, pegadas al techo, había
algunas ventanas amplias, pero no muy altas. El piso estaba cubierto de
baldosas. El cielo estaba formado de una especie de cartón. El espacio interior
estaba lleno de bancas de fabricación pesada. La fachada estaba colindante a la
vereda de la calle que ahora se llama Porto Seguro, pero en aquel tiempo tenía
el nombre de calle Brasil.
Las puertas de doble ala se ubicaban en el centro de la
fachada y a su lado exterior lucían un artístico gracias a la cerrajería de
fierro forjado que tenía. Sobre el techo bajo de caballetes de adelante hacía
atrás, nuestros padres posteriormente hicieron colocar un pequeño campanario.
En la parte delantera de la capilla colgaba un cuadro pintado
de grandes proporciones presentando Ntra. Sra. del Buen Consejo. Fue el mismo que
ahora está colgado en la parte posterior de la iglesia pegado a la barandilla
del segundo piso destinado para el coro. El cuadro, confeccionado por un pintor
artesano estuvo destinado para aquella capilla. En las tardes muchas veces se
rezaba el rosario y a veces se celebraban novenas. Los días domingo y días de
fiesta llegaba un sacerdote a la capilla para celebrar misa. La capilla se hizo
el centro espiritual de los alrededores. Con el tiempo la gente adquirió una
devoción tan grande para esta imagen pintada, que no quería hacer abandono de
la imagen acostumbrada, cuando, posteriormente, el Padre Enrique van den
Boogaard pintó una figura grande de la Virgen en la pared detrás del altar de
la nueva iglesia reemplazando el cuadro del artesano,
La parte sin construcciones del terreno que se limitaba con
las calles Porto Seguro, Blanco Garcés y Martín de Poveda y por las partes
traseras de las casas de la calle Constantino, estaba cercada de un muro de
ladrillos. Solamente en la esquina de Blanco Garcés con Martín de Poveda
existía una casa ya. De las calles cercanas solamente las calles Constantino,
Nueva Imperial, Ecuador y Apóstol Santiago estaban provistas de pavimento. Al
lado norte de la calle Nueva Imperial existía ya por más largo tiempo otro parte
de la ciudad. Hasta el día de hoy aún se puede encontrar varias calles angostas
pavimentadas con guijarros. Todas las demás “calles” debían hacerse todavía y se
parecían a senderos rurales sin ninguna forma de pavimento. A cada lado de estas vías existían pequeños
canales que conformaban una separación entre las veredas y la vía central.
Estos servían para desaguar la lluvia y que, en parte, servían de canales de
riego para los jardines y huertos que allí existían. En la época de lluvias las
calles y veredas estaban cubiertas con una capa gruesa de lodo y llenas con
charcos
La parroquia en cuanto territorio se ubicaba en su totalidad
al lado poniente exterior de la ciudad y la parte sur de la parroquia que se
encontraba cerca de la calle Las Rejas, donde el Padre Simón de Jong a
comienzos de 1960 iba a fundar la Parroquia de Santa Isabel de Hungría, estaba
en gran parte sin ninguna construcción. Donde se juntaron las calles Blanco
Garcés y Ecuador, se ubicaba el terminal de Buses O’Higgins 2, porque en este
punto se terminó la ciudad
Al otro lado de la calle Blanco Garcés frente al terreno del
arzobispado, se encontraba una parcela agraria, que parcialmente estaba
plantado de parras y algunos árboles frutales, A lo largo de esta calle el terreno
estaba cercado con palos, telas metálicas y alambres de púas. Su superficie
estaba casi tan extensa como el terreno perteneciente al arzobispado. En el rincón
sur-poniente había una casita de tipo campesino que estaba en malas condiciones
y que era como una reliquia de un pasado en que Santiago era menos extendido.
Esta casa sirvió de residencia para nuestros padres durante alrededor de siete años.
El terreno y la casa eran de propiedad del Señor Marcos Arancibia que vivía en
Calle Santo Domingo y tenía un hijo sacerdote. Más tarde la Congregación compró
esta propiedad que posteriormente fue transferido a los Hermanos de La Inmaculada
Concepción para la construcción de sus colegios.
Cada vez más se sintió la necesidad de que se construyera
una casa parroquial donde, además, la administración de la región podría tener
su sede. La casa campesina no reunía las condiciones para este fin.
El Padre Cristián Verheugd, que fue el primer superior
regional y al mismo tiempo párroco de “Buen Consejo”, inició la construcción de
una casa sobre terreno del arzobispado en la calle Blanco Garcés. Por
indicación del Padre General la casa tenía que ser construida según el diseño
de un edificio que nuestros padres alemanes habían construido en Buenos aires.
De este modo la casa debía contar con dos pisos, pero por el momento tuvo que
quedar con un solo piso. De todos modos, los cimientos fueron colocados en vista
de un eventual segundo piso, que hasta este momento no se ha concretizado. Fue en el tiempo del P. Cristián que la obra
gruesa de la nueva construcción llegó a su término.
Después la obra quedó paralizada por un buen tiempo. Cuando
el Padre Cornelio van de Spek se hizo párroco de “Buen Consejo”, continuaron con
la construcción hasta llegar a su fin. En el año 1950 los padres se trasladaron
a la nueva residencia. De esta manera la parroquia de “Buen Consejo” llegó a
ser la sede central de la Congregación en Santiago. Quizás fue esta la razón de
que esta parroquia siempre ejerció una cierta fuerza de atracción sobre los
miembros de la Congregación en Chile. Con el tiempo se empezó a sentir también la
falta de un templo más apropiada. El Padre Enrique van den Boogaard, que ya hace
varios años estaba activo en esta parroquia, elaboró un diseño para una nueva
iglesia. De acuerdo con este diseño comenzó la construcción y la obra se
finalizó dentro un tiempo relativamente breve. Sin embargo, la obra no se hizo
tan sin problemas que se podría suponer leyendo este relato. En el mismo sitio,
donde el nuevo templo debía ser construido, anteriormente había existido un
hoyo profundo que fue cavado para obtener el material para la fabricación de
ladrillos. Más tarde el hoyo se llenó con basura, lo que fue tapada con una
capa de tierra. De esta manera le faltó al suelo la estabilidad necesaria para
sostener el edificio del templo. Así debían ser excavados (Igual que lo que pasó
cuando construyeron la casa parroquial), algunos otros pozos de varios metros
de profundidad hasta llegar a suelo firme y rocosa. Encima de ellos podían ser
colocados los soportes de la construcción. Con el tiempo se comprobó que estos
cimientos quedaron adecuados. Solamente se suponía que al construir las naves laterales
estrechas del templo, ellos obtuvieran bastante firmeza por medio de una
conexión con la nave central. Estas paredes posteriormente empezaron a hundirse
y para corregir esta situación, aún debían ser excavados pozos y instalados
nuevos soportes sobre tierra firme y rocosa.
Para el cielo del templo en un comienzo también se
utilizaron materiales frágiles, de manera que tuvo que ser reparado varias
veces.
Sobre la pared ubicada tras del altar mayor el Padre Enrique
pintó una figura de gran tamaño de la Virgen y en las ventanas de las paredes
laterales colocó vitrales, uno de La Anunciación y el otro del Nacimiento del
Señor. Tanto el diseño como el trabajo eran obra de él. En vista que trabajos
en vitrales poco se desempeña en Chile, en todas partes se juntaron pedazos de
vidrio y se compró un horno para calentar el vidrio pintado. El padre Mateo
Voermans le prestaba asistencia al soldar los partes de plomo. Originalmente
existía el propósito de proveer todas las ventanas del templo con vitrales,
pero nunca se llegó a concretizar un número mayor de dos ventanas.
Cuando se llegó a los años setenta la situación nuevamente
cambió profundamente. La administración regional se había trasladado, pasando
por “Santa Rosa de Lima”, definitivamente a la “Sagrada Familia”. Nunca llegaron
seminaristas mayores que irían a vivir en “Buen Consejo” para terminar sus
estudios allí. Así la casa parroquial quedó bastante espaciosa.
Dentro del trabajo pastoral los
padres obtuvieron un apoyo grande de los Hermanos de La Inmaculada Concepción,
que eran de gran significado para la educación católica de los niños. Ahora
también las Hermanas de La Sagrada Familia de Baarlo llegarían a Chile para comenzar
en “Buen Consejo” una obra apostólica para la educación de las niñas. Para esto
se tomó la decisión de que las hermanas vivirían en la residencia que ya se
encontraba allí por diez años. En la casa misma se podrían instalar varios
cursos y en el terreno colindante a su lado había bastantes posibilidades para,
con el tiempo, construir un colegio más amplio. Para los padres, por lo tanto, debía
ser construida una nueva y más pequeña residencia. El P. van de Boogaard hizo
los diseños y el padre Cornelio van de Spek tomó a su cargo por gran parte la
dirección técnica de la finalización de la construcción. (trad. Gaspar)
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