martes, enero 02, 2007

EL BURRO DE BELEN




María viaja en un burro

En el tiempo en el cual Jesús nació, la gente viajaba a pie, en animales o en carretas.

De Nazaret a Belén eran 4 a 6 días de viaje, sobre caminos no sencillos con animales salvajes y ladrones listos a atacar.
Normalmente la gente trataba de viajar en grupos para lograr mayor seguridad y proteccion.


Como un burro

Como el burro de Belén
quiero calentarte, también.

Como el que a Jerusalén te entró
quiero cargarte, yo.

Burro fiel ser, querría
trabajando cada día.

Por hacer tu reino aquí
hasta que llegue yo allí.

Yo no soy un burro sentimental, ni tampoco soy supersticioso, como mi dueño. Y sin embargo, tengo ganas de arrodillarme como lo hacen los pastores que han acudido aquí corriendo, como si los hubiera convocado un Dios.

También yo he conocido el mundo: una vez estuve en Damasco y seis veces en Jerusalén, pero no recuerdo un milagro como éste, nunca me he sentido más feliz que esta noche.

Esa joven madre que inclina su rostro bellísimo y pálido sobre su hijo, casi me hace llorar. Y ese hombre, con cara de buena persona que contempla a la mujer y al niño como si estuviera arrebatado de felicidad es un sueño. Y los pastores con el rostro más enrojecido por la alegría que por el reflejo de las llamas del brasero. Y esa criatura dulcísima tendida sobre las pajas, que contempla a todos los adultos como si quisiera atraerlos hacia sí.

Este no es hijo de un hombre. He oído decir a los pastores que les fue anunciado el nacimiento de un Dios. Cuanto más lo miro, más me convenzo que es verdad. Los hombres no tienen esos ojos, no despiden ese resplandor.

¡Y pensar que lo he visto nacer, yo, pobre bestia de carga, despreciado por todos! Soy el último de los animales de la tierra, soy un pobre saco de piel llagada y de huesos molidos por las cargas, pero no me eches Niño, permíteme también a mí ser testigo del nacimiento de un Dios misterioso, que quiso nacer en una pesebrera”.




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